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Entre las ternezas de despedida se deslizan algunas frases, que no son reñir enteramente, pero poco menos, hay cierta frialdad, cierto dominio en el hombre. ¡Ah! es su marido. Se puede querer mucho a su marido dice el militar para , y hacer un viaje divertido.

Baco la ofrenda cántaros de vino, e implora Pan, cabe sus pies de Flora, loco de amor celeste y peregrino. Para son todas mis ternezas cálidas, y mis rosas pálidas, y mis reales odas. Para mi aliento y también mis rezos, la miel de mis besos y mi pensamiento. Para mis cantos que humedecen llantos de acerbo dolor. Para la esencia de esta mi existencia que atrista el amor.

Entonces me tocó llevar la voz cantante, y la dije al oído mil requiebros y ternezas, explicándola por menudo el amor que me había inspirado y lo que había sufrido en los días en que no pasé por su calle: recordele todos los pormenores, hasta los más insignificantes, de nuestro conocimiento visual y epistolar, y le di cuenta de los vestidos que le había visto y de los adornos, a fin de que comprendiese la profunda impresión que me había causado.

No obstante, debo reconocer que Germana disimula con cuidado sus pequeños resentimientos. Su cortesía con don Diego es irreprochable. Conversa con él horas enteras sin dar muestras de cansancio; le escucha hasta con gusto; le responde algunas veces y acoge sus ternezas con una dulzura fría y resignada. Un hombre menos delicado no advertiría que es aborrecido; mi hijo lo sabe y la perdona.

¿Y qué más? interrogó Mariana con una sonrisa indiferente y burlona que no dejó de desconcertar a su marido. ¿Y qué más?... pues es muy sencillo... he querido deciros que podéis contar con mis más sinceros sentimientos... pero que no debéis de esperar esas ternezas... es decir, las costumbres de uso en un matrimonio de aldea.

<tb> Iba ya el resplandor del día dibujando líneas de luz por entre los resquicios y rendijas del maderaje del balcón, cuando don Juan, desasiéndose de los brazos de Cristeta, entre melosidades y ternezas, se fue a su cuarto, donde desbarató su propia cama para que los criados ignorasen que no había dormido allí.

Recogidos, ordenados e ilustrados por Francisco Rodríguez Marín, socio facultativo de El Fok-Lore Andaluz. 5 tomos 8.º, 25 y 27 pesetas. Contiene: Nanas, o coplas de cuna. Rimas infantiles. Adivinanzas. Pegas. Oraciones, ensalmos y conjuros amorosos. Requiebros, declaración, ternezas, constancia, serenata y despedida.

Mi novia, es decir, mi pretendida, era una niña encantadora llamada Clarita. Conmovida por mis miradas incendiarias, me ofreció su casa, y su madre me invitó a comer. Mi nave iba viento en popa... Durante la comida dije a la niña muchas ternezas.

En su vida, inmóvil, la gran fuerza de ese ser sanguíneo, empléase por completo en las ternezas familiares; abraza á los suyos con tierno amor, con orgullo, con cólera. Es valiente y está pronto á morir en su defensa. Pero ¡ay! poco le valen sus fuerzas ni su furor: su masa enorme le entrega al enemigo.

Ya debe de estar ahí, de vuelta de la iglesia, tomándose su chocolate... Anda prontito, hija, y te lo agradeceré mucho». En el tiempo que estuvo fuera Encarnación, la diabla no hizo más que dar a su hijo muchos besos, diciéndole mil ternezas. El chico estaba despierto, y callado la miraba, y aunque nada decía, a ella se le figuró que hablaba... «Estarás tan ricamente... hijo mío.