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Actualizado: 15 de septiembre de 2025


que moriré, mientras ignoro si seré o no dichosa en la vida que elija. Si me caso, preciso será, tarde o temprano, dejar a mi marido; si tengo hijos, también a ellos tendré que darles un eterno adiós... Multiplicar las afecciones es multiplicar las probabilidades de dolor... ¿Para qué buscar causas de sufrimiento?... ¡Ay!... ¿Qué responder a esto?

Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena presto se guisa la cena, y quien destaja no baraja, y a buen salvo está el que repica, y el dar y el tener seso ha menester. ¡Eso , Sancho! -dijo don Quijote-: ¡encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas!

Créeme, buen carcelero, pronto habrá paz en esta morada; y te prometo que la Sra. Prynne se mostrará en adelante más dócil á la autoridad y más tratable que hasta ahora. Si Su Señoría puede realizar eso, contestó el carcelero, os tendré por un hombre indudablemente hábil.

Primero que a me tresquilen, tendré peladas y quitadas las barbas a cuantos imaginaren tocarme en la punta de un solo cabello. No quisieron las dos replicarle más, porque vieron que se le encendía la cólera.

Sabrá establecer una diferencia entre sus antiguos amores y su dicha presente. Seguramente no tendré que mostrarle en qué grado una belleza noble y casta, realzada por todo el brillo de la sangre y por todo el esplendor de la virtud, es superior a los halagos impúdicos de una bribona. Mientras tanto, ya está en buen camino.

Yo no entiendo de pintura; pero cuando tenga mi casa, entrarás en ella, y te desafío a que encuentres algo que no sea superior. Me atengo a los grandes maestros, y como he de ser muy rica, me formaré una buena colección. También tendré contemporáneos, siempre que sean muy escogidos. Tres o cuatro veces nada más he estado en el Museo. ¡Qué cosas, hijo! Aquello es grande.

Apenas estuvo en ellas, cuando rompiendo el sobre de la carta destinada a su mujer, leyó estas palabras que no estaban firmadas, pero cuya procedencia no había como poner en duda: «Esté tranquila. Por su cariño tendré consideración con élEl primer movimiento del señor de Maurescamp, siempre dispuesto a la cólera, fue romper y echar al fuego aquel insolente billete.

Yo no soy de la madera de esas solteronas... Yo no deseo casarme, pensar y no estoy desocupada... No, tranquilízate; si permanezco soltera tendré siempre el alma igual y alegre y seré un ejemplo extraordinario de felicidad en el celibato. Quién sabe... murmuró la abuela pasándose la mano por la frente.

Verá usted cómo llega el zonzo de mi hermano con la orden de que me vaya a dormir... Y tendré que obedecer a esa señora por no dar un escándalo. ¡Qué rabia! Ojeda pensó con cierta inquietud en las complicaciones y contrariedades que iban a alterar su plácida existencia por obra de esta mujer.

Carmen se sumergió en la mística contemplación de aquel día y le pareció que se le iba acercando con una amaneciente claridad, espesa y húmeda como vaho de lágrimas. Sintió un dolor lancinante en el corazón y otro en la cabeza, y pensó: ¿también yo tendré, como el padrino, rota una cosa en la frente y otra en el pecho?...

Palabra del Dia

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