United States or Colombia ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Al pelo, hijo! ¿Cómo quieres que me vaya con un hombre tan retrechero? Al mismo tiempo se colgó de su cuello y le dió un largo y sonoro beso en la mejilla. Los párpados del duque temblaron de placer; mas por sus ojos pasó al mismo tiempo un reflejo de inquietud. Siempre que la Amparo se le colgaba del cuello era para darle un sablazo formidable, una entrada a saco en el bolsillo.

Pues bien, no, señores, á despecho de todo, mi enseñanza hizo su efecto. Á pesar de Novelli y de la escuela italiana, esa mujer canta de vientre... ¿Fué con el pecho ó con el vientre con lo que habló Campistrón? Marenval y Tragomer no pudieron saberlo; ello fué que se estremecieron y que los vidrios temblaron al formidable rugido que salió de la boca del tenor. Pero Campistrón se calmó pronto.

Desnoyers protestó... ¡Pero si los invasores fusilaban á los inocentes y quemaban sus casas!... El sobrino se opuso á que siguiese hablando. Palideció, como si detrás de su epidermis se esparciese una ola de ceniza; le brillaron los ojos, le temblaron las mejillas, lo mismo que al teniente que se había posesionado del castillo.

Llegaron la señalada y requirieron a la huéspeda que venían de parte del Santo Oficio y que convenía secreto. Temblaron todas, por lo que yo me había hecho nigromántico con ellas. Al sacarme a callaron; pero al ver sacar el hato pidieron embargo por la deuda, y respondieron que eran bienes de la Inquisición. Con esto no chistó alma terrena.

«El Tatita» se dijo . Sólo puede ser él. Su camarada agitó los brazos desesperadamente, lanzó un alarido, y á continuación desapareció, como si tirase de él una fuerza irresistible. Más que el hecho en , aturdió y desconcertó á Morales la posibilidad de que pudiese ocurrir. Todas las creencias de su vida temblaron, próximas á derrumbarse. Era para perder la fe.

Siempre que estoy sola la repito maquinalmente; me imagino que es Jorge el que canta, y se me llenan los ojos de lágrimas, pero son de ternura, lágrimas dulces... Al hacer mi cama he creído oirle, lo mismo que cuando iba y venía por su dormitorio y yo le espiaba al otro lado de la puerta. Mi voz era su voz. Por eso al entrar me temblaron las piernas.

Naturalmente, las jóvenes, al escuchar tan favorable sentencia, temblaron de gozo, se ruborizaron hasta las orejas y la guardaron en el fondo de su corazón como recuerdo de aquella dichosa tarde. Juanito estaba dotado de mil preciosas cualidades que saltaban a la vista; pero la que realmente le caracterizaba era la languidez. Imposible imaginarse nada más lánguido que este glorioso joven.

Y viendo que la chica le miraba cada vez con más sorpresa: ¡Abre los ojos, tunanta... abre los ojos!... Acaba de decirme que quiere ser tu marido. Rosa frunció repentinamente el entrecejo, y después de un instante de vacilación, en que temblaron sus labios, como para decir muchas cosas a la vez, dejó escapar estas palabras secamente: Falta que yo quiera ser su mujer.

Pero cuando su hijo le explicó en pocas palabras por qué había matado, creyó perder la vida; le temblaron las piernas y hubo de hacer un esfuerzo para no quedarse tendido en medio de la carretera. ¡Era Mariquita, su hija, la que había provocado todo aquello! ¡Ah, perra maldita! Y al pensar en la conducta del muchacho, le admiraba, agradeciendo su sacrificio con toda su alma de hombre rudo.

A doña Rebeca le temblaron los pellejos a falta de otra cosa, y la poca carne con que Narcisa contaba para adorno de su persona se puso toda de gallina, muy áspera y granujienta; Julio se revolvió en la cama hostil quejoso, y la niña de Luzmela se sintió poseída de una vaga inquietud.