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Actualizado: 16 de julio de 2025
Aquí, en donde el águila teatral brillaba, cubierta de oro, el oscuro murciélago hace su aquelarre de media noche. Aquí, en donde la cabellera dorada de las damas romanas flotaba al viento, se balancean ahora el cardo y la caña.
Aunque Jacinta no conocía personalmente a ninguna víctima de las palabras de casamiento, tenía una clara idea de estos pactos diabólicos por lo que de ellos había visto en los dramas, en las piezas cortas y aun en las óperas, presentados como recurso teatral, unas veces para hacer llorar al público y otras para hacerle reír.
Primeramente se quitó el sombrero con reverencia, «como si estuviese delante de una imagen milagrosa», pensó Moreno. Luego dijo, con cierta expresión teatral que en él era espontánea: Yo soy ese desgraciado, señora, y este es el momento mejor de mi vida. La miraba el gaucho con ojos ardientes de adoración y deseo, y ella sonrió, satisfecha del bárbaro homenaje.
De pronto las conversaciones cesaron: ¿por qué?... Lentamente, muy orondo, muy teatral, el mirar impertinente y dominador, un gallo se acercaba... «¡Chantecler!»... pensó Rostand. Y ya no vaciló: la obra estaba hecha.
Pero comparecer juntos ante él y decirle: «¡Perdónanos, hemos pecado!...» no es posible; sería un espectáculo demasiado teatral; y el que se encargase de hacer esa confesión tendría sobre su cómplice una gran ventaja; estando igualmente unidos a Martín, el primero que rompiese el silencio pasaría necesariamente por el más sincero y el menos culpable.
Lo había visto en las paradas de Berlín, y también le pareció cambiado, como el del día anterior. Quedaba en él muy poco de la brillantez sombría é imponente, de la tiesura muda y jactanciosa, que hacían llorar de admiración á sus cuñados. La guerra, con sus realidades, había borrado todo lo que tenía de teatral el formidable organismo de muerte. Los soldados se mostraban sucios y cansados.
Pero la Virgen de la Esperanza y Jesús del Gran Poder los estaba viendo desde sus primeros años, y a éstos que no se los tocasen. Su sensibilidad de rudo mocetón conmovíase ante el dolor teatral de Cristo con la cruz a cuestas, el rostro sudoroso, angustiado y lívido, semejante al de algunos camaradas que había visto tendidos en las enfermerías de las plazas de toros.
Don Quintín representaba la comedia por imposición y encargo ajeno; pero al mismo tiempo, le sonreía la perspectiva de aquella venganza que había imaginado; además, si lo de la empresa teatral fuese recurso cierto, ideado por don Juan para entenderse con Cristeta, también de esto sacaría él partido, procurando el ajuste de Carola.
Por mucho que las celebre Cervantes, y aunque esta parte del arte teatral, al representarse su Numancia, estuviese más adelantada, nada prueban sus afirmaciones, cuando, entre otras cosas, leemos en las notas escénicas de su tragedia, que ahora se rueda bajo el teatro, á uno y otro lado, un saco lleno de piedras, como si tronara.
Aunque es una verdad que el propósito de hacer servir una fábula profunda y poética al efecto teatral, puede considerarse como prenda casi general de los dramáticos españoles, y que hasta las composiciones de Lope de Vega, como lo demuestra su éxito extraordinario, estaban calculadas para ponerse en escena, sin embargo, no se nota en ellas, en el mismo grado que en las de nuestro poeta, la acertada distribución y economía de los efectos escénicos y de los medios de conseguirlo: encontramos muchas que, en ciertas escenas, excitan nuestro interés sobremanera, pero que resultan desanimadas y frías en su conjunto.
Palabra del Dia
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