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Actualizado: 9 de junio de 2025


Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y traíganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma; y así, suplico que, en tanto que el señor cura me confiesa, vayan por el escribano.

Adiós, recibid mi alma. Dorotea.» Y por bajo se leía: «Decid á don Francisco de Quevedo, que en mi casa, en un cajón de la mesa de la sala, está mi testamento; que lo haga cumplirDos lágrimas, gordas, enormes, de Quevedo, cayeron sobre este papel. Luego le dobló en silencio, y le guardó. Padre Aliaga dijo dirigiéndose al religioso que oraba en silencio , vos os quedaréis, ¿no es verdad?

No te he olvidado en mi 5 testamento; pero no soy rico y no tengo más bienes que un perro y un caballo. Yo apreciaré tu recuerdo, marido mío, dijo la mujer llorando. Después de mi muerte, continuó el marido, debes 10 vender el caballo y entregar el dinero a mis parientes. ¡Cómo! ¿debo entregar el dinero a tus parientes? ; pero espera. Te regalo generosamente el perro.

Este secreto que sólo yo poseo, que ese anciano mudo para siempre, no puede él mismo traicionar, ya no existe; la llama lo ha devorado. Lo he pensado bien. Comprendo lo que me he atrevido á hacer. Era un testamento, una acta sagrada y la he destruido. Además, no era yo sólo el que ganaba.

Cuatro años estuvimos en aquel pueblo, pero nuestro Adelantado D. Pedro de Mendoza , se hallaba tan enfermo que no podia mover pié ni mano: por lo cual, así como por haber gastado mas de 40,000 ducados efectivos en esta jornada, se volvió á Buenos Aires en dos de los cuatro bergantines, con 50 soldados, y desde allí á España: donde no llegó, por haber muerto miserablemente á la mitad del camino; y en su testamento mandó se enviase mas gente al Rio de la Plata, con bastimentos, mercaderias y otras cosas necesarias, como lo habia ofrecido antes de partir.

A las doce del dia, es curioso ir á la plaza de San Márcos á ver dar de comer á las palomas: centenares de ellas, que pasean constantemente en medio de la multitud, y á las cuales nadie molesta, comen su racion en medio de la plaza. Un veneciano rico dejó en su testamento una manda con este objeto.

Los hechos históricos de los casamientos y divorcios del Rey Enrique VIII, eran tan conocidos para como lo son para todo niño inglés del Reino Unido que haya llegado al cuarto grado. Sin embargo, algún motivo debía haber tenido Blair, ciertamente, para haber puesto esta extraña rima en su testamento; tal vez era la clave de algo, ¿pero de qué sería?

El hermano de Caracas había sido hasta su muerte uno de los hombres más trapisondistas del pueblo; algunos aseguraban que había dejado más de media docena de viudas en diferentes puntos de España y de América, y una porción de herencias fabulosas en su testamento, herencias que no existían mas que en su acalorada imaginación.

Cerró con esto el testamento, y, tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste donde hizo el testamento, se desmayaba muy a menudo.

Me mataré sin hacerme daño. El testamento demostrará que no tengo apego al dinero; el puñal, que tampoco se lo tengo a la vida, pero no me mataré hasta el momento en que vaya a abrir la puerta. Le Tas encontró la invención excelente, aunque no fuese precisamente nueva.

Palabra del Dia

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