Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de noviembre de 2025


Una vez allí, como no hubiese tabla ni escalera para subir, entre Peña y don Feliciano Gómez, lo auparon por las manos hasta ponerlo sobre el tablado. A ver, don Rufo, suba usted. Y por el mismo sencillo mecanismo pasaron al escenario otros cinco o seis señores. Cada ascensión era saludada con una salva de aplausos y un murmullo de complacencia por el benévolo concurso.

El sol caía a plomo, y próximos ya al valle del Magdalena, el calor se hacía insoportable. A pesar de sus excelentes condiciones, mi caballo empezaba a fatigarse y me detuve un cuarto de hora bajo un árbol. Allí vi pasar un entierro de las campiñas colombianas, cuyo recuerdo aún me hace mal. El muerto, descubierto, con la cara al sol, era llevado sobre una tabla, a hombros de cuatro indios.

El río se desliza ahocinado por su hondo cauce; resbala el sol por los altos peñascos y besa las aguas en viva luminaria; y la carretera, a la izquierda, se pierde a lo lejos, en rápido culebreo blanco, por la estrecha garganta. El segundo cuadro es un paisaje al óleo de un pintor desconocido y meritísimo: Adelardo Parrilla. Es una tabla pequeña.

Confiesas que has faltado cinco veces y, sabe Dios, ¡si no has faltado más! Atqui como leo la lista muy raramente, y cada vez que le cojo á uno le pongo cinco rayitas, ergo, ¿cuántas son cinco por cinco? ¡A que te has olvidado de la tabla de multiplicar! ¿Cinco por cinco? Veinticinco... ¡Júsito, júsito!

Entonces se cesa de mover, y con un cuchillo rosiente se corta; luego se mueve el cazo para que suelte; vuelve a acercarse al fuego, y se vuelve sobre una tabla el perol del azucarillo.

Y sin esperar bendición, sacan los caballeros de la tabla redonda sus cuchillas ó gañavetes de diversas hechuras, que algunos se hicieron para matar puercos, otros para desollar borregos, otros para cortar bolsas; y cogen entre manos los pobres huesos y así los van desforneciendo de sus nervios y cuerdas, como si toda su vida hubiesen andado á la práctica de la anatomía en Guadalupe ó en Valencia, y en un credo los dejan más tersos y limpios que el marfil.

Vino la noche. Fuímonos ahuchados a la postrera faldriquera de la casa. Mataron la luz; yo metíme luego debajo de la tarima. Empezaron a silbar dos de ellos y otro a dar sogazos. Los buenos caballeros, que vieron el negocio de revuelta, se apretaron de manera las carnes ayunas (cenadas, comidas y almorzadas de sarna y piojos), que cupieron todos en un resquicio de la tarima. Estaban como liendres en cabellos o chinches en cama. Sonaban los golpes en la tabla; callaban los dichos. Los bellacos, que vieron que no se quejaban, dejaron el dar azotes y empezaron a tirar ladrillos, piedras y cascote que tenían recogido. Allí fue ella, que uno le halló el cogote a don Toribio y le levantó una pantorrilla en él de dos dedos. Comenzó a dar voces que le mataban. Los bellacos, porque no se oyesen sus aullidos, cantaban todos juntos y hacían ruido con las prisiones.

Un largo remo que sirve de timón y un balancín, compuesto de una ancha tabla que pasa de babor a estribor y que, sobresaliendo mucho de los costados del barco, tiene sus extremos provistos de sendos flotadores que descansan en el agua, completan los menesteres de estos pequeños veleros.

De ninguna manera se duerme mejor que sobre una tabla; naturalmente, con tal que se tenga una jornada de trabajo detrás de uno, una buena conciencia dentro de uno, y ninguna mujer al lado de uno... tres cosas más o menos sinónimas.

Detrás de esta máquina, clavados en pie sobre una tabla, y asidos á pesadas borlas, iban dos grandes levitones que, en unión de dos enormes sombreros, servían para patentizar la presencia de dos graves lacayos, figuras simbólicas de la etiqueta, sin alma, sin movimientos y sin vida.

Palabra del Dia

aquietaron

Otros Mirando