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Actualizado: 13 de noviembre de 2025


En el interior del recinto existen: tres edificios de tabla con cubierta de zinc, capaces para 160 hombres, Oficiales, enfermería y almacenes. Un camarín de materiales ligeros de 56 metros de largo por 10 de ancho y 4 de altura. Otro paralelo al anterior y de iguales dimensiones y construcción.

Si hemos de creer á un viejo documento hallado en viejísimo pupitre, cuando ponían al tal edificio en el estante de su dueño, la tabla que lo sostenía amenazaba desplomarse, con detrimento de todo lo que había en ella.

«Otra cosa se me ocurre indicó luego con la alegría del náufrago que ve flotar una tabla cerca de . Le diré a mi marido que estoy mala y que me lleve a vivir al pueblo ese donde ha cogido la herencia».

No era extraño, pues, que tuviese esperanzas de que a la postre lograse reducir a su marido. Gonzalito procuraba alimentárselas, pero en el fondo dudaba mucho de ello, porque su claro papá era más tozudo que un caballero de la Tabla Redonda. Vencida la indiferencia del público, o por mejor decir enardecido ya por el aplauso, el tercer acto fue un gran triunfo para el autor.

Entráronse resueltamente por otra galería, y abierta una puerta de hierro, se asustaron todos, menos la guardiana, viendo en torno suyo vasta extensión de agua, una especie de lago subterráneo. Ellos estaban sobre angosta tabla echada a manera de puente a lo ancho del depósito. Aquellas aguas, tendidas en su tumba de piedra, tenían quietud y limpidez lúgubre.

Esprímese á este respecto el mencionado autor, en estos términos: «Un indio moxo escribe los anales de su pueblo en una tabla ó pedazo de caña por medio de varios signos, cuya inteligencia y manejo pide mucha convinacion y una memoria felizEntre tanto, los varones cultivaban la música.

Aconteciole al señor Ginés de Sepúlveda, cuando las suaves manos de doña Guiomar asieron las suyas y sus ojos se fijaron espantados en sus ojos, que creyó que de él se apoderaba el diablo; espantose muy mucho más que doña Guiomar, y aturdiose; y sin saber cómo, no encontrando otra cosa de que ampararse, amparose del mismo peligro que le espantaba; es decir, que se abrazó a doña Guiomar, y de tal manera, que no parecía sino náufrago que, llevado por las furiosas olas, con una tabla se encuentra y a ella se agarra.

La cabeza, que parecía medalla y figura de emperador romano, y de color de bronce, estaba toda hueca, y ni más ni menos la tabla de la mesa, en que se encajaba tan justamente, que ninguna señal de juntura se parecía.

Dulcinea del Toboso del alma en la tabla rasa tengo pintada de modo que es imposible borrarla. La firmeza en los amantes es la parte más preciada, por quien hace amor milagros, y asimesmo los levanta.

Adriana volvió la cabeza, como buscando una tabla de salvación. Pero Lucía y Charito hablaban en voz alta, al otro extremo del salón. Echó ella una mirada de odio a Muñoz. La desolación de su semblante revelaba una violenta lucha interior. Iba a levantarse, parecía a punto de llorar.

Palabra del Dia

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