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Actualizado: 8 de junio de 2025
El médico de Cebre, atrabiliario, magro y disputador; el notario, coloradote y barbudo, osaban decir chistes, referir anécdotas; el sobrino del cura de Boán, estudiante de derecho, muy enamorado de condición, hablaba de mujeres, ponderaba la gracia de las señoritas de Molende y la lozanía de una panadera de Cebre, muy nombrada en el país; los curas al pronto no tomaron parte, y como Julián bajase la vista, algunos comensales, después de observarle de reojo, se hicieron los desentendidos.
Era el tal ridículo primorosa obra, en cuya elaboración tomaron parte las delicadas manos de su dueña; obra del siglo pasado y del año 94, en que la dama lo lució en los paseos de la Florida los días de invierno, con gran aceptación de la juventud de entonces.
¿Y qué vamos a hacer? preguntó Catalina palideciendo intensamente. Vamos a reducir la ración de cada uno a la mitad. Si, en quince días, Marcos no vuelve y no nos queda nada..., entonces veremos. Dicho lo cual, Hullin, Catalina y los contrabandistas, muy cabizbajos, tomaron el camino de la brecha.
Unos tomaron con teson la huida hasta el rio Ibicuy ó de Arenas, otros hasta sus orillas, otros se escondieron por los campos y bosques vecinos á la vista del pueblo, para ver si sucedia algun mal á los suyos que se habian quedado.
Con este hecho el Pontifice como amigo, y el Rey de Francia como deudo, descubiertamente se mostraron favorecedores de Cárlos, y enemigos de Don Pedro, y tomaron contra él las armas. El Rey de Castilla que por el deudo y amistad debiera ayudarle, se salió á fuera, y se inclinó á seguir el mayor poder.
Tomaron los naipes a la salida de Boulogne o de Lisboa, y cuando lleguemos al río de la Plata habrá que gritarles: «Ya hemos llegado; ya estamos en Buenos Aires». Y es posible que aún contesten: «Un momento; aguarden para atracar a que concluyamos la última partida...». ¡Y eche usted copas! ¡Y traiga usted cigarros! ¡Y las más admirables de las señoras, que viven codo con codo entre ellos, juntando su rodilla con la del camarada de enfrente, tragando humo y mirando las cartas con ojos de bruja hambrienta!...»
13 Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino. 14 Y los hombres [de Israel] tomaron de su provisión del camino, y no preguntaron a la boca del SE
Los normandos asedian la ciudad. En el momento en que el enemigo daba el asalto, el ataud que contenia el polvo de una mujer, recorre en procesion las murallas. Al mirar entre ellos aquel ataud, los parisienses gritan de entusiasmo y de júbilo, como si viesen venir en su auxilio á un ejército numeroso y triunfante. Los normandos no tomaron tampoco á Paris.
Guiomar, como si hubiera asido con ambas manos la herida abierta en su pecho por tanto dolor, pareció escurrir fuera de sí el exceso de aquella sangre culpable, cuyos ardores habían mancillado su honra. Enfermiza palidez enmascaró su rostro. Sus manos tomaron impresionante blancura entre sus vestidos de luto; y su alma se inclinó toda entera hacia el rayo de luz de la esperanza divina.
Pensaba ella que una fuerza sobrenatural le tiraba de la mano y que iba fatal y necesariamente conducida, como las almas que los brazos de un ángel trasportan al cielo. Aquel día tomaron el camino de Hinojales, que es el mismo donde la vagabunda vio a Florentina por primera vez. Al entrar en la calleja la señorita dijo a su amiga: ¿Por qué no has ido a casa?
Palabra del Dia
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