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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Lo que sentía era tan nuevo, tan dulce, que llegaba a hacerle daño. El llanto le refrescó. Sonaron por tercera vez las campanas de la iglesia, respondiendo con un concierto bullicioso e ininteligible al canto claro y sosegado del mirlo. Andrés se levantó para oír misa. Estaba la iglesia no muy lejos de la rectoral.
Finalmente embargados los sentidos con los vapores del vino, se fué á dormir un sosegado sueño.
Al día siguiente el cura continuaba taciturno y encrespado, meditando feroces venganzas: el apretón del día anterior hacía rebasar la copa, y sentía la necesidad de dar cualquier desahogo a su odio. Mientras duraron las clases se mantuvo grave, y sosegado: actitud digna del que piensa jugar la vida a las pocas horas: comió poco y sin hablar palabra.
Cuando el uno y los otros volvieron a su ritmo sosegado y normal, llamé a don Sabas y me puse a sus órdenes. Estaba muy cerca de mí, encaramado en una peña en la actitud de costumbre y empezando a embriagarse por los ojos, y no sin motivo ciertamente. Arrímate un poco acá me dijo desde su pedestal calizo con manchones de musgo y poco más alto que yo . Arrímate, contempla... ¡y pásmate, Marcelo!
Diógenes cerró los ojos, sosegado y tranquilo, como el niño que se duerme a la vista de su madre... Al cabo de un gran rato, dijo: María..., no me acuerdo del Credo... ¿Cómo era aquello?... «Subió a los cielos y está sentado...» ¿Dónde está sentado?... «A la diestra de Dios Padre» dijo sonriendo la marquesa.
Dígase la verdad, que como los reducidos recibieron con ojos serenos la soga y se sentaron en el palo con ánimo sosegado, así al contrario estos impenitentes al ver de cerca la llama comenzaron a mostrar su furor, forcejando a toda rabia por desprenderse de la argolla, lo que al fin consiguió el Terongí, aunque, ya sin poderse tener, cayó de lado sobre el mismo fuego que huía.
La felicidad, según un filósofo francés, no se conjuga en presente, sino en futuro imperfecto. La felicidad, como la desgracia, se va haciendo, se va tramando en la convivencia, en la vida íntima y constante. Y así, tanto peligro puede correr un matrimonio formado por un amor enardecido y apasionado, como otro tibio, suave, cordial, sosegado.
Acercose al mismo tiempo con paso firme y sosegado a la mesa donde padre a hija se sentaban y, haciendo una cortés inclinación de cabeza, añadió gravemente: Estoy seguro de que no tiene más y apelo al testimonio de su papá, de cuya amabilidad espero que no me ha de engañar.
Las tejas tenían un color azul encantado, y algunas ventanas, en plena claridad, suspendían en lo alto, barruntos de amor y de aventura. Loco bullicio de guitarras y laúdes subía de todos los barrios en el sosegado ambiente de la noche. Al cruzar una esquina oyeron hacia la izquierda ruido de cuchilladas y luego una voz ronca que gritó fuertemente: «¡Confesión! ¡Confesión!»
Arrodillose sobre la tarima contigua al confesonario, oró breves instantes y acercó al fin su rostro demacrado a la ventanilla enrejada. El P. Gil estaba inquieto, muy poco satisfecho de aquella preferencia. No que el confesar a una joven mas o menos agraciada le importase nada. Era el suyo un temperamento puro, sosegado. La lucha con la carne no le había costado nunca grandes fatigas.
Palabra del Dia
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