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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Cesó en su soliloquio, como para oír lo que el silencio de Raíces, a la luz del crepúsculo, le decía. Una campana, muy lejos, comenzó a tocar la oración de la tarde. Bonis, a pesar de su dudosa ortodoxia, se quitó el sombrero. Y recordó las palabras con que su madre empezaba el rezo vespertino: «El ángel del Señor anunció a María...».

Ninguna voz viene a distraer a aquella mujer de su soliloquio, ni ninguna exigencia absoluta puede mitigar la intensidad de sus vanos pesares y de sus escrúpulos superfluos.

A también piensa Azorín me sucede lo que a este hombre de Burdeos; pero esto es triste, monótono, y en la soledad de los pueblos esta tristeza y esta monotonía llegan a estado doloroso. No, yo no quiero sentirme vivir. Y voy a hacer un viaje largo: me marcho a una ciudad febril y turbulenta donde el ruido de las muchedumbres y el hervor de las ideas apaguen mi soliloquio interno.

Pampita, ¿y no comemos? le preguntó don Casiano, interrumpiendo aquel soliloquio, cuya causa podía estar y no estar en la casual línea de luz del horizonte. , tata; ya mandé sacar repuso, dirigiéndose hacia el comedor, seguida de su padre. Camino del pueblo iba, entretanto, el break a largo trote, hablándose en él del tema obligado: la «Pampita».

Don Manuel soliloquió: ¡Todos dicen que es buena! Sabe, que el genial se le habrá corrompido algo con las desazones; pero el fondo será querencioso y noble como el de todos los amos de Luzmela.... Tenía el enfermo una placentera expresión cuando volvió la cara hacia Carmen, que atenta escuchaba a su lado. Y a ti, hija mía, ¿qué te parece? ¿quieres a mi hermana?

Pero llegó un momento en que el joven sintió su situación embarazosa. Elías continuaba en voz baja su soliloquio sin cuidarse de él; era preciso marcharse; y eso de marcharse sin satisfacer un poco la curiosidad y hablar otro poco con la joven, no le gustaba.

Sigue a esto un bellísimo soliloquio de Fausto en un bosque. Fausto vacila. Orgulloso de verse amado, a pesar del ardor violento de los sentidos, piensa, por el amor que Margarita le infunde, que debe apartarse de ella, a fin de no perderla y engañarla. Conoce que sólo puede darle un alma escéptica y gastada, en cambio de su alma juvenil y pura.

Ella misma no me recibirá dijo: esto ha sido una casualidad. Tiene cara de sufrir mucho ... en compañía de esa fiera, sin ver á nadie ni hablar con nadie.... Maquinalmente se dirigió otra vez á la casa, y continuando su soliloquio, decía: Tal vez la riña por haber hablado conmigo; tal vez, aparentando distracción, oyó cuanto me dijo, se habrá ofendido y la maltratará.

Rodeada de islas menores, tiene cerca a Jersey; y agarrada a Brooklyn con la uña enorme del puente, Brooklyn, que tiene sobre el palpitante pecho de acero un ramillete de campanarios. Se cree oír la voz de Nueva York, el eco de un vasto soliloquio de cifras. ¡Cuán distinta de la voz de París, cuando uno cree escucharla, al acercarse, halagadora como una canción de amor, de poesía y de juventud!

Los de Morsamor eran poéticos también, aunque todavía más que poéticos eran filosóficos, por lo cual pondremos aquí muy en resumen uno de estos soliloquios, a fin de que el sentir y el pensar de Morsamor sean entendidos sin que se fatiguen y sin que califiquen el soliloquio de latoso los lectores poco inclinados a la filosofía.

Palabra del Dia

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