Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de mayo de 2025
Este soliloquio pasó consigo Sancho, y lo que sacó dél fue que volvió a decirse: -Ahora bien, todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida.
Al paso que rellenaba la maleta, razonaba para consigo: «¿Señor, Señor, por qué ha de haber tanta maldad y tanta estupidez en la tierra? ¿Por qué el hombre ha de dejar que lo pesque el diablo con tan tosco anzuelo y cebo tan ruin? Llegaba aquí del soliloquio cuando trataba sin éxito de acomodar el sombrero de canal de modo que la cubierta de la maleta no lo abollase.
Y esto de introducir una figura Que á solas hable con tardanza inmensa, ¿No es falta de invención y aun de cordura? Soliloquio es hablar consigo mismo. ¿Quién no se burlará de una persona Que, sin oyente, sobre algún suceso, En forma de diálogo razona?
Desengáñate, Braulio; lo que tú quieres es que vivamos aquí tan aisladamente como en Sevilla, hechos unos hurones, sin tratarnos con un alma. Yo por mí me resignaría... por darte gusto, aunque bien conoces que es muy duro... Soy joven aún... Tú, ocupado en tu Secretaría y en tus estudios, apenas me acompañas. ¿He de vivir en eterno soliloquio?
La viuda se estuvo un momento callada, pero la comezón era demasiado fuerte y, no pudiendo resistirla por completo, se alivió primero en voz baja a modo de soliloquio y fue levantando el tono insensiblemente hasta acabar por una interpelación mal disfrazada.
Por no saber, no sabes ni siquiera perderte». Pero se contuvo y se tragó su ira, desahogándola después en agitado soliloquio: «No he visto otra. No tiene vergüenza, ni tampoco sentido común. ¡Qué canalla y al mismo tiempo qué bestia! Si hubiera un Infierno para los tontos, ahí debieras ir tú de cabeza».
Allá, en el fondo de su alma, cuando estaba a solas con su conciencia, y con el notabilísimo despejo y la serenidad imparcial con que ella lo miraba todo, hacía repetidas veces las sutiles reflexiones que trataremos de expresar aquí en el siguiente soliloquio: «Me lo tengo bien merecido. He vivido hasta el día desgobernada y muy a tontas y a locas.
Y efectivamente, señor, parece que nos hablan al oído. La Nela dice y jura que oye palabras, que las distingue claramente. Yo, la verdad, nunca he oído palabras; pero sí un murmullo como soliloquio o meditación, que a veces parece triste, a veces alegre, a veces colérico, a veces burlón. Pues yo no oigo sino ruido de gárgaras dijo el doctor riendo.
Pero ya irá comprendiendo que no hay otro camino... ¡Ay de mí, que aún me falta un tramo! Dios nos asista. ¡Quién me había de decir a mí...!». Al entrar en la casa, pasó insensiblemente del soliloquio al discurso, dando voz a sus meditaciones. «¡Quién me había de decir a mí que llegaría a ocuparme de que existan boticas en el mundo!
Palabra del Dia
Otros Mirando