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Actualizado: 24 de junio de 2025
Un coro central en mala hora concebido, interrumpe el cuerpo del edificio, quitándole mucho de su majestad, y, exceptuando algunos relieves de un hermoso frontispicio-altar do mármoles soberbios, solo llama la atencion por sus dos órganos colosales, cuyos tubos parecen querer penetrar la techumbre para lanzar al cielo sus solemnes melodías.
Me he preguntado si el estado actual de la civilización era tan desesperado que no tenía ya remedios para las calamidades de la especie, y si las instituciones más solemnes consagradas por el sufragio de los pueblos adolecían también del defecto de la corrupción universal.
Para que todo fuera contrapuesto y antagónico en estas dos dinastías de Villavieja, hasta en el arte y la traza andaba la una al revés de la otra. Ya se ha visto que los Vélez eran largos, huesudos, blancos, solemnes y fríos como estatuas sepulcrales. De estilo y de educación, como de estampa y de pelo.
La mansedumbre, que es gran virtud, evitó que las monjas se ofendieran: no salió de sus labios palabra de reproche, nada intentaron para exacerbar la devoción naciente, quizá la vocación frustrada de Paz; pero tampoco se olvidaron de recordarla en días determinados y festividades solemnes que en un extremo de Madrid había una santa casa que se honraba con haberla tenido por discípula y a la cual debía enviar de cuando en cuando alguna limosna para obras de caridad, algún ramo de flores para aquel altar, en cuyas gradas se arrodilló tantas veces.
Mucho debió afligirle la muerte de Felipe IV, por perder en él, no sólo su constante favorecedor, sino casi un amigo. Sin embargo, duraron sus relaciones con la corte, y se le encomendaron siempre, como antes, las fiestas dramáticas que se celebraban alguna vez en las ocasiones más solemnes. Su último drama fué Hado y divisa.
Terminó el alguacil de arreglar el tribunal y plantóse á la entrada de la verja, esperando á los jueces. Iban llegando, solemnes, con una majestad de labriegos ricos, vestidos de negro, con blancas alpargatas y pañuelo de seda bajo el ancho sombrero.
El templo para estas deidades es, como ya dije, el palacio del cacique, á donde ellos vienen cuando hay junta general del pueblo ó se hacen solemnes exequias.
No, no he estado replicó el chico con visible malestar, poniendo los ojos serios y distraídos para atajar, si era posible, las bromas insulsas con que Moreno solía regalarle. Pues, hombre, me sorprende muchísimo, porque unas vísperas me parece a mí que no son para desperdiciar... sobre todo solemnes. ¡Anda, que cuándo te verás en otra! Pues en seguida replicó Llot malhumorado.
Por eso amo las páginas que siguen, las cuales reflejan algunos de esos dolores intensos y de esos momentos solemnes de la última revolucion contra el tirano de nuestra patria, tiranía que, para honor de nuestro culto, no ha contado un solo poeta entre sus filas.
De aquí que todos los momentos del alto misterio de la redención se figuren por medio de imágenes que se llevan en andas, y cuyos movimientos silenciosos y solemnes va explicando un predicador desde un pulpito erigido en medio de la plaza y que la muchedumbre rodea. Sólo hablan los seres humanos. Los sobrehumanos callan, salvo algunos ángeles que cantan lo que dicen.
Palabra del Dia
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