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Actualizado: 24 de junio de 2025


Pero éste quería pasar los días de Carnaval en una finca suya de Medina del Campo, lejos del bullicio de la ciudad, como convenía a un hombre serio. Después de fiestas, le esperaba en su casa todas las mañanas. Y se alejó escoltado por sus solemnes acompañantes, después de estrechar la mano de Isidro con igual llaneza que si fuese un colega. Maltrana le siguió con una mirada de intensa simpatía.

Después la Nela sacó de entre las mantas una mano flaca, tostada y áspera y tomó la mano del señorito de Penáguilas, quien al sentir su contacto se estremeció de pies a cabeza y lanzó un grito en que toda su alma gritaba. Hubo una pausa angustiosa, una de esas pausas que preceden a las catástrofes del espíritu, como para hacerlas más solemnes.

Las comedias mitológicas de Calderón fueron casi todas escritas por orden del Rey, ó por algún otro motivo análogo, y se destinaban á ser representadas en la corte, en ciertas ocasiones solemnes, en casamientos, etc.

Encargado de exhortar y fortalecer a los reos, lo había visto todo de cerca, y se hacía lenguas de los miles y miles de espectadores que acudieron de los diversos pueblos de la isla para presenciar la fiesta, de las misas solemnes con asistencia de treinta y ocho reos destinados a la quema, del lujoso atavío de caballeros y alguaciles, jinetes en briosos corceles al frente de la procesión, y de «la piedad del gentío, que prorrumpía otras veces en gritos de lástima cuando llevaban a la horca a un facineroso, y permanecía mudo ante estos réprobos olvidados del Señor...» En aquel día se mostró, según el docto jesuita, el temple de alma de los que creen en Dios y de los que le desconocen.

Verdad es que trabajaban de firme, porque el venerable abad Fray Diego de Berguén era tan severo con todos ellos como consigo mismo, que es mucho decir, y en su convento no se toleraban holgazanes. Mientras se reunían frailes y novicios el abad, cruzadas las manos y preocupado el semblante, recorría de extremo á extremo la gran sala del monasterio destinada á los actos solemnes.

Se habían colgado algunos cortinones en los lienzos de pared cercanos al altar mayor y tapizado una parte del suelo con la alfombra, sucia ya y desgarrada por varios sitios, que salía a relucir hacía cuarenta años, en los días solemnes.

Los principales personajes del Antiguo Testamento discurren en la procesión silenciosos y solemnes, como si la Historia Sagrada tomase cuerpo y apareciese ante nuestros ojos en visión ideal. ¿Qué daña a la mente infantil y a la rústica buena fe que no se ajuste con exactitud esta visión a la verdad arqueológica, y que en ella no se desplieguen el lujo y la pompa, si la imaginación del vulgo los pone allí con creces?

Cuando juraba ser fiel con los más solemnes juramentos, poniendo por testigos el amor y la vida, nunca estaba seguro de decir verdad. Sentía la sospecha de que al día siguiente una blancura entrevista, un revoloteo de faldas, lo armonioso de una línea, el ritmo de un paso, la simple novedad de lo ignorado, podían hacerle correr fuera de su camino lo mismo que una bestia en celo.

Lázaro, la verdad sea dicha, no entendió muy bien las solemnes y como sibilíticas palabras que oyó de los trémulos labios de la santa: y él atribuyó la obscuridad de tal explicación á la influencia de las lecturas místicas en la manera de expresarse aquella señora y á los hábitos de un estilo más discreto que claro, como acontece generalmente en las personas absorbidas por la contemplación.

Tres noches de peligros, noches solemnes y sombrías, tuvieron á todos los pasajeros en ansiedad, aunque al venir el dia los espíritus se tranquilizaban y el buen humor volvía. La noche multiplica siempre la gravedad de las impresiones, y es el sol con sus eternas alegrías el que hace palpitar el corazon de esperanza y placer.

Palabra del Dia

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