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Actualizado: 27 de mayo de 2025
No sé qué es lo que pasa en ese mundo; pero si esto continúa acabará de seguro por abandonar los dos, y entonces su existencia será el sueño y en sueño se convertirá su vida. Magdalena clavó en el rostro del joven una amorosa mirada que parecía decirle: De sobras sabes tú en quién pienso cuando estoy tan abstraída: ¿verdad, Amaury?
Nos dejan las sobras, nos echan un pedazo de pan, por lástima, como a los perros... Pero todo se andará, tunantes, todo se andará; vendrá la cosa y haremos cuentas, sí, la gran cuenta, el Juicio Final de la humanidad. ¡Oh, pillos!, también nosotros tenemos nuestro valle de Josafat. Allí se os aguarda. Allí estaremos.
¡Medrados estamos con eso! -respondió Sancho-. Yo pondré que se vienen a resumirse todas estas faltas en las sobras que debe de haber de tocino y huevos. ¡Por Dios -respondió el huésped-, que es gentil relente el que mi huésped tiene!, pues hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, y ¿quiere que tenga huevos? Discurra, si quisiere, por otras delicadezas, y déjese de pedir gallinas.
Si la decían otra cosa por lo de las requisitorias llegadas a Tablanca a raíz de faltar él de allí, no le dirían la verdad: primero, porque era inocente de todo lo que se le achacaba; y segundo, porque, aunque no lo fuera, pagado con sobras lo tenía ya en montón con otros pecados... que tampoco había cometido.
En un tonelillo depositaban las sobras de ciertas casas, cuyos amos eran limpios y se acordaban de los pobres, cuidando de guardar aparte los restos de la cocina.
Por el contrario, yo creo que debe y puede sostenerse que la pompa oriental, las galas y primores, á veces excesivos, y cierta redundancia que en nuestra poesía y en nuestra elocuencia se notan frecuentemente, y aun se censuran, son ya sobras ó defectos que de muy antiguo tuvieron los españoles, y por los cuales fueron motejados en Roma Lucano, Séneca y otros prosistas, oradores y poetas de nuestra patria.
La placera se puso en jarras al ver la escalonada tertulia que allí había, y cuando apreció quién estaba sentada en el lugar más alto, abrió medio palmo de boca, expresando su admiración de esta manera: «¡Bendito Dios! ¡El ama de la casa sentadita en la escalera, como una pobre que está esperando las sobras de la comida! Pero qué, ¿no está esa diabla? ¡Se ha escapado a la calle!
Así que no hay de qué tener escrúpulo de las sobras ni de las faltas, ni el cielo permita que yo engañe a nadie, aunque sea en un pelo de la cabeza. ¡Ea, pues, a la mano de Dios! -dijo Sancho-. Yo consiento en mi mala ventura; digo que yo acepto la penitencia con las condiciones apuntadas.
Paliza diaria a la mujer; casi todo el jornal en su bolsillo, y los chiquillos descalzos y hambrientos, buscando con ansia las sobras de la cena de aquella cesta que por las noches se llevaba al horno. Aparte de esto, un buen corazón, que se gastaba el dinero con los compañeros, para adquirir el derecho de atormentarlos con sus bromas de bruto.
Algunas veces había encontrado en el caldo agujas de coser, hilos, dedales y hasta juguetes de niño. ¡Y pensar que otros del barrio, que sólo tenían casas de éstas, habían de alimentarse con tal bazofia, después de limpiarla como podían!... Ella la destinaba a sus cerdos. Por eso se los pagaban los tratantes de las afueras a más precio. Sólo los alimentaba con las sobras de los señores.
Palabra del Dia
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