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Actualizado: 27 de junio de 2025
El aire estaba impregnado con el olor de la cocina de Navidad, y era la estación en que las sobras del cerdo y de la morcilla sugieren la caridad a las familias acomodadas. Las desgracias que le habían sucedido a Silas lo colocaban en primera fila en los espíritus de las dueñas de casas tales como la señora Osgood.
Pepe el cobrador alababa las ventajas del continuo ahumamiento. Gracias a eso decía no mueren como chinches. El humo les limpia, ya que nunca tocan el agua. ¡Porque cuidado, don Isidro, que son sucios!... En cambio, en la comida no he visto gente con mayores escrúpulos. No había que esperar que aceptasen una limosna de alimentos, ni que aprovecharan las sobras de nadie.
-De las sobras no habrá que avisar -respondió Merlín-, porque, llegando al cabal número, luego quedará de improviso desencantada la señora Dulcinea, y vendrá a buscar, como agradecida, al buen Sancho, y a darle gracias, y aun premios, por la buena obra.
Este muerto de sed, aquel de hambre: Yo dixe, viendo tantos con voz alta, Cuerpo de mi con tanta poetambre! Por tantas sobras conoció una falta Mercurio, y acudiendo á remedialla, Ligero en la mitad del bagel salta. Y con una zaranda que alli halla, No sé si antigua, ó si de nuevo hecha, Zarandó mil poetas de gramalla.
Con estas cosillas resultaba que tanto Zarapicos como Gonzalete pudieran tocarse el titulado pantalón para sentir sonar algo como retintín de un cuarto dando contra otro. Eran ricos; pero no gastaban un ochavo en comer. Dos veces al día la guarnición de Palacio da a los chicos las sobras del rancho, a trueque de que estos les laven los platos de latón.
Se abrió la puerta y entró un viejo mendigo envuelto en una anguarina parda, con una de las mangas atadas y convertida en bolsillo. Dantchari el Estudiante le conocía y dijo que era un vendedor de canciones a quien tenían por loco, porque cantaba y bailaba recitándolas. Se sentó Ipintza, el Loco, a la mesa y le dió el posadero las sobras de la cena.
¿Están las cuerdas listas? preguntó. Respondiéronle que sí. ¿Alcanzará ca una de eyas hasta abaju? Se le respondió que con sobras de otro tanto. Pidió luego una pala. Examinó la cuerda, midiéndola braza a braza; la dejó después enroscada en el suelo cerca del borde del barranco; puso la pala sobre la rosca, y volvió a asomarse al precipicio.
Esta pobreza la padece por sus partes, ya en hambre, ya en frío, ya en desnudez, ya en todo junto; pero, con todo eso, no es tanta que no coma, aunque sea un poco más tarde de lo que se usa, aunque sea de las sobras de los ricos; que es la mayor miseria del estudiante éste que entre ellos llaman andar a la sopa; y no les falta algún ajeno brasero o chimenea, que, si no callenta, a lo menos entibie su frío, y, en fin, la noche duermen debajo de cubierta.
Agradóse tanto mi amo de mi buen servicio, que mandó que me tratasen bien y me diesen ración de pan y los huesos que se levantasen o arrojasen de su mesa, con las sobras de la cocina, a lo que yo me mostraba agradecido, dando infinitos saltos cuando veía a mi amo, especialmente cuando venía de fuera; que eran tantas las muestras de regocijo que daba, y tantos los saltos, que mi amo ordenó que me desatasen y me dejasen andar suelto de día y de noche.
Me paso los ratos como un tonto escuchándola; cuando narra su vida de colegiala: las nonadas y puerilidades de sus compañeras, que me cuenta con gran calor, me embelesan lo mismo que la novela más interesante: conozco ya a todas las hermanas del colegio como si las hubiera parido: hay una hermana San Onofre, de diez y ocho años, hermosa, instruida, pero de muy mal genio; en el convento todo el mundo la temía más que a la superiora; ¡figúrate que a una niña, porque manifestó asco al vaso de otra, la hizo comer las sobras de todas las demás en un plato!
Palabra del Dia
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