Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 27 de junio de 2025


En su habitación el equipaje en desorden y su viejo sirviente ocupado con los últimos preparativos; en el comedor los hijos de Lola, que no querían acostarse sin despedirse de él. «Tío, tráenos un loro... Tío, una mona... Cuando vuelvas, acuérdate, tío, de traer un negrito...» Y su hermana, que había tomado un aire protector con la emoción de la partida, le sermoneaba maternalmente.

Y habrán quedado a comer, los dos, para luego seguir conversando; por eso me ha dicho el sirviente que no volvería antes de la una". Y Muñoz experimentaba una nueva y muy extraña sensación de desahogo revolviéndose en el corazón, mediante tales conjeturas, el puñal atravesado de los celos. Pero no había andado veinte pasos por la acera, cuando vio llegar a Julio en un carruaje.

A la mañana siguiente, relatado el desagradable incidente que interrumpió mi sueño, quiso Antonio averiguar quién fuera el velador que había pasado tan mala noche en la galería; pero el Administrador contestó rotundamente que nadie, pues en aquella época de completa tranquilidad era innecesaria la presencia de semejante sirviente.

Con estas aldehalas, unas consumidas en la casa y otras vendidas por la sirviente, iban sosteniéndose Jaime y madó Antonia en la soledad del palacio, aislados de la curiosidad pública, como dos náufragos perdidos en un islote. Las ofrendas en especie se retrasaban cada vez más.

En el centro de cada mesa depositaba el sirviente un monumento de pan ordinario, y delante de cada persona, vieja ó jóven, masculina ó femenina, un enorme jarro de peltre con su tapa adherida, lleno de cerveza, el licor nacional, no obstante la abundancia de vinos en el sur, el centro y el occidente de Alemania.

Resulta de ello, que esceptuando algun raro capista ó sirviente que tuvo á su cargo los museos durante años y años, jamás se supo de ninguno que haya sacado provecho de las lecciones de memoria con tanto trabajo aprendidas. Pero volvamos á nuestra clase.

¡ no debes burlarte! ¿Oyes? gritó tomando del sirviente el abrigo y el sombrero. Y sentía crecer oscuramente su hostilidad contra Julio. Este le miró, muy serio, y le aseguró que no tenía ningún deseo de burlarse; por el contrario, compartía su sufrimiento y le compadecía con sinceridad.

Qué tal sería la moza en este terreno, que la misma doña Francisca, de una miopía radical para la inspección de sus intereses, pudo apreciar la rapacidad minuciosa de la sirviente, y aun se determinó a corregirla. Era muy limpia, de una actividad pasmosa, que producía el milagro de agrandar las horas y los días.

Hasta cuando decía a su sirviente gallego: «¡Animal, esta mañana no me has lustrado los botines!», parecía decir más bien: «¡Oidme, emperatriz! La muerte y no el deshonor. Aunque herido en mis dos alas, águila seré siempre, nunca gusano...» Era pues del Laurel un verdadero poeta decadente y modernista, ¡pero muy poeta, muy decadente, muy modernista!

Ya lo había pensado también su paisana la tarde anterior; pero como ignoraba el número de la casa de D. Romualdo en la calle de la Greda, no se determinaron a emprender las averiguaciones. Por la mañana, habiéndose brindado el portero a inquirir el paradero de la extraviada sirviente, se le mandó con el encargo, y a la hora volvió diciendo que en ninguna portería de tal calle daban razón.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando