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Actualizado: 28 de junio de 2025
Sólo me falta corregirla. Pero crea usted que estoy desanimado: á trozos me disgusta, á trozos me agrada. ¿La verdad?... Ignoro lo que he hecho. Coquelin quiere conocerla: para eso ha ido á Cambo. El poeta se defiende; al cabo, con la «bonhomie» de un dios que se resignase á descender unos momentos de su altar, coge el manuscrito de «Chantecler» y lee. ¡Admirable!
Pero su estómago era un verdadero molino, y a las tres horas de haberse llenado, había que cargarlo otra vez. «Esto no es más que debilidad decía poniendo una cara grave y a veces consternada , y no hay idea de los esfuerzos que he hecho por corregirla. El médico me manda que coma poco y a menudo».
Su esposo advirtió en ella una sobriedad verbal que rayaba en mutismo; y según su costumbre, no hizo esfuerzo alguno por corregirla. En toda casa es preferible siempre la concisión de una mujer a su locuacidad, y Thiers no tenía gran empeño en alterar esta regla. En la mañana del día 8, Rosalía, vestida con pulcra sencillez, se despidió de su marido.
Me contó cómo había entrado la hermana en el colegio cuando niña y cómo su madre había recomendado a la superiora que la inclinasen suavemente a la vida religiosa. Esto era difícil. La chica era muy traviesa. Mientras niña, no se hizo gran reparo en ello; pero cuando se hizo mujer trataron en vano de corregirla. En esta época fue cuando él había entrado de capellán al servicio del colegio.
Qué tal sería la moza en este terreno, que la misma doña Francisca, de una miopía radical para la inspección de sus intereses, pudo apreciar la rapacidad minuciosa de la sirviente, y aun se determinó a corregirla. Era muy limpia, de una actividad pasmosa, que producía el milagro de agrandar las horas y los días.
Palabra del Dia
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