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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Ignorantes entonces los más, y poco ilustrados, no fijadas sus ideas sobre ninguna cosa, forzoso era que fuesen presa de multitud de ambiciosos, cuyos intereses estaban encontrados. Empero ahora, en el siglo de la ilustración, es cosa bien difícil que haya una guerra en el mundo. Así es que no las hay.
En cambio, yo juzgo conveniente representar El mágico prodigioso con los trajes, edificios y muebles bizantino-orientales que se usaban en Antioquía en los primeros siglos de la era cristiana, y no, como he visto representar en Madrid este drama, con trajes del siglo XVI ó del siglo XVII. Aun en la representación de los sainetes y entremeses pondría yo no menor cuidado en la indumentaria.
La revolución supongo que, igual que hace siete años, será una cosa inminente. España no tardará ni seis meses en transformarse, dándole así la razón a los que, desde hace medio siglo, vienen anunciando esta transformación tan rápida... Todo está igual, y yo, que creía haberme modificado, yo me encuentro también el mismo de antes.
Otro de los examinadores propuso las homologías creyendo que Valentín estaba raso de ellas; y cuando vieron que no, los tales no pudieron contener su entusiasmo: uno le llamó el Anticristo; otro le cogió en brazos y se lo puso á la pela, y todos se disputaban sobre quién se le llevaría, ansiosos de completar la educación del primer matemático del siglo.
Entonces leí muchos versos de Justo Sierra, las crónicas teatrales de Peredo, y las revistas que Altamirano escribía en «El Siglo XIX» y en «La Revista de México». No olvido ni olvidaré jamás el interés con que devoré algunos trabajos literarios publicados en aquellos días.
Iban llegando a la catedral los invitados a la procesión: señores de la ciudad con traje negro; profesores de la Academia en traje de gala, con todas sus condecoraciones; oficiales de la Guardia civil con su uniforme que recordaba el de los soldados de principios de siglo.
Por mucho que un gobierno corruptor, mezcla de tiranía y de piedad, socavase los cimientos del bienestar del país, y en el interior entorpeciese los progresos de la industria, y en el exterior disminuyese su influencia, siempre se mantuvo España, durante todo el siglo XVII, en la categoría de potencia de primer orden, y su voluntad fué de gran peso en los negocios europeos.
Hacia la calle de Alcalá se oía el cascabeleo de los ómnibus que iban al apartado de los toros, y andando despacito por el paseo, inundado de sol, venía el borriquillo con sus serones llenos de macetas, escuchándose gritar de rato en rato al mocetón que lo guiaba: el tieestóo de claaveles doobles... Quien se acercase a los corros podía oír fragmentos de conversaciones y notar, tal vez, que algunos de los que hasta allí acompañaron a su mujer o su hija defendían las ideas del siglo con palabras impregnadas de impiedad moderna.
Es indudable sin embargo que en su reinado se hicieron cosas importantes á la felicidad de España; pero no es suya la gloria, sino del saber i virtudes de su primera esposa la reina doña Isabel; matrona ilustre, digna en todo de haber nacido en un siglo donde no imperase en la mayor parte de los hombres el bárbaro fanatismo, enemigo oculto de Dios, de la cultura de los entendimientos i de la felicidad de los mortales.
Entró, me saludó y se llegó a mí con la gracia, desenfado y ligereza de un pollo o gomoso, no de nuestro siglo decadente, sino de otras edades caballerescas en que fueron los hombres de temple más recio y más fino. Mi vestidura era una elegantísima bata de flexible seda. Pocas mujeres pueden hacer lo que yo hice entonces y puedo hacer y hago todavía.
Palabra del Dia
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