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Actualizado: 28 de junio de 2025


Aplicó después su nariz chafada a la boca de la botella, diciendo con lastimera entonación: «No ha dejado más que el olor... ¡Bribonaza!, ya te daría yo bebida...». De la nariz de la coja pasó el cuerpo del delito a la de Sor Natividad y de esta a otras narices próximas, resultando, de la apreciación del tufo, mayor severidad en el comentario del crimen. «¡Qué asco!

Usted, le replicaba Lucía, sin enfadarse nunca, está para enseñarme idiomas y no para aconsejarme. Ya demasiado tengo con los consejos de papá, que tampoco me sirven para nada. Adriana, fingiendo pensar como Mlle. Ivonne, la reprendía imitando la pronunciación extranjera, y con el mismo tono de severidad. La señorita Ivonne se empeñaba en inculcar a Lucía nociones de literatura y de arte.

Mientras la joven despachaba su correspondencia, que era algo larga, Miquis se paseaba, las manos metidas en los bolsillos, y miraba a Isidora con expresión entremezclada de asombro y miedo, diciendo para : «Fuera ciencia, fuera gravedad... Juventud, no te me vayas sin dárteme a conocer... Tiempo hay de encerrarse en esa armadura de cartón que se llama severidad de principios».

Yo empero, miéntras no llegaba esta fatal época de indulgencia y moderacion, dexé á toda priesa un pais donde ningun contento templaba su severidad, y me embarqué para España. Estaba la corte en Sevilla, habian llegado los galeones, y en la mas hermosa estacion del año todo respiraba abundancia y alegría.

Para que no se extrañe la severidad con que trato á los autores de viajes, sin que por esto me proponga rebajar el mérito donde quiera que se halle, bastará recordar las necedades y disparates que han publicado algunos extranjeros que han viajado por España.

Si la fiera misma cede á los medios suaves ¿podrá sostenerse como aplicable al hombre el sistema draconiano, el régimen de la violencia, del dolor, de la venganza, de la severidad excesiva y de las penas preventivas?

¡Pobre madre! ¡qué poco te daba en cambio de tantas privaciones como por mi causa habías sufrido; de las joyas que habías vendido o empeñado para satisfacer mis caprichos y mis viajes, o para ocultar mis faltas ante la severidad siempre justa de mi padre!

Fortunata notó en la cara apacible de la fundadora cierta severidad estudiada, y para romper aquel hielo, dijo lo siguiente, cuya oportunidad podría dudarse: «Este que es el Pituso legítimo, el de la propia tía Javiera, ¿verdad, señora? ¡Ah!, ¿no sabe? En cuanto mi tío José oyó decir que usted venía, salió de carrera, como alma que lleva el diablo». Por el miedo que me tiene.

Toleró sus distracciones elegantes en cuanto podían hacerlo interesante a los ojos del mundo; pero se mostró de una severidad extrema respecto a la elección de sus relaciones y al cumplimiento de los deberes exteriores que correspondían, según ella, a un joven de su rango.

Luego echó pie á tierra y fué á encontrarse con su padre; pero éste, después de recibir un beso de ella, la repelió, mirando con severidad el traje varonil que llevaba. Te he dicho muchas veces que no quiero verte así. Los pantalones se han hecho para los hombres, ¡creo yo!... y las «polleras» para las mujeres.

Palabra del Dia

rigoleto

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