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Actualizado: 11 de junio de 2025
Todo el mundo les dejaba alborotar; era el momento de la desbandada; se habían pronunciado brindis y contado anécdotas con mayor o menor donaire; pero ya nadie tenía ánimos para sostener la conversación, y el Sobrado tío, que era grueso y abotargado, se abanicaba con la servilleta. Levantó la sesión el ama de casa, doña Dolores, diciendo que el café estaba prevenido en la sala de recibir.
¿Qué? ¿Hay algo? Efectivamente, he notado, al venir, cierta agitación en la villa. Pues ya verá usted á eso de las diez.... ¿Y no hay sesión esta noche? ¡Sesión! ¡Brrr! exclamó Pinilla, haciendo con la boca un estrambótico sonido. Esta no es noche de palabras, es noche de hechos. Mucho se ha hablado ya. Pues no estoy enterado de nada. Ello es que desde anoche no vengo por aquí.
Traté de acomodarla en un asiento, y para esto me fue forzoso molestar a algunas personas de las que se habían instalado allí desde el principio de la sesión y asistían con devotísimo recogimiento a los debates.
Para la viuda, uno de los placeres más refinados era «una sesión» alegre con uno de sus antiguos amantes; aquello de no principiar por los preliminares le parecía delicioso. ¡Después, los recuerdos tenían un encanto! ¡Saborear como cosa presente un recuerdo! ¿Qué mayor dicha? Paco había sido su amante.
Miró el reloj muchas veces y preguntó a Joaquinito Orgaz, aparte, pero de modo que lo oyeran los demás: ¿Sabe usted si don Pedro el picador tiene todavía sables de...? Y lo demás lo dijo en voz baja. Orgaz no sabía nada; Ronzal hizo un gesto de disgusto y salió del Casino, diciendo: Adiós, señores. ¿Ven ustedes? Lo que yo decía. Duelo tenemos. Aquellos señores se declararon en sesión permanente.
Los cuidados del notable ayuda de cámara que Marenval había llevado consigo y sin el cual no podía pasarse, una buena elección de ropas, la ducha, la navaja, los peines y toda una minuciosa sesión de tocador, operaron esa transformación. Era un Freneuse desmejorado, pálido, sin cabellos y sin barba, pero era Freneuse, con su mirada y su sonrisa.
No faltó más sino que la abuela me hiciese ponerme al piano para tocar una pieza o cantar una romancita... Por fin se termina la sesión. Todo el mundo está satisfecho y yo también... Decididamente, la feria del matrimonio tiene de bueno que enseña a estar contento de uno mismo y de los demás. Esto último es mucho más raro que lo primero. La abuela no cesa de elogiar al pretendiente.
Libre de este cuidado, consagróse a recorrer con Juana paseos, teatros y toda clase de espectáculos, estudiando aquí las exigencias de la moda, y allá la manera de lucirlas. Pero su entretenimiento favorito era el Congreso; y ya con su mujer, ya solo, rara era la sesión que él no presenciara desde la tribuna pública. No se habrá olvidado que Simón era muy dado a la política y a la elocuencia.
Dos espectadores apostrofan duramente al orador. Algunos académicos tratan de imponerles silencio. El presidente rompe la campanilla. El presidente, logrando hacerse oír: Su señoría puede hacer lo que guste, pero conste que la Mesa no le retira la palabra. El miércoles próximo continuará la discusión sobre el derecho de acrecer. Se levanta la sesión.
El gobernador español Velasco, que se inclinaba al movimiento, fué elegido miembro de la junta provisoria. En su sesión de 1813 el congreso creó la bandera nacional y les confirió a dos cónsules el ejercicio del poder ejecutivo. En 1844 volvió a cambiarse la forma de gobierno, confiriéndosele el poder ejecutivo a un presidente elegido por un período de diez años.
Palabra del Dia
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