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Actualizado: 9 de junio de 2025
Tenía que atraer a la Princesa, y al propio tiempo serle indiferente o poco menos; tenía que mostrarle afecto y no sentirlo. Consistía mi papel en hacer el amor por cuenta de otro, y a una joven que, princesa o no, era desde luego la más hermosa que había visto en mi vida. Me recibió con encantadora confusión, que hizo aún más difíciles los primeros momentos de nuestra entrevista.
Pero usted olvida que es casada y que Dios le manda querer a su marido, y si no le quiere, serle fiel de cuerpo y de pensamiento. ¡Bonita plancha, sí señor, bonita!... En mi vida me ha pasado otra.
Grupos diversos recorrían las calles dando vivas a la Revolución, a la Marina, al Ejército, y diciendo que Isabel II no era ya Reina. Algunos llevaban banderas con diferentes lemas y otros quitaban las reales coronas de las tiendas. Todo esto lo contó Paquito de Asís a su papá, atenuando lo que le parecía que había de serle desagradable.
Lo raro en todo esto, lo que parece, no resultado del natural encadenamiento de las cosas, sino maraña o trama urdida por el mismo diablo, es que no haya en torno, ni cerca, ni lejos de la pobre Ramona sujeto masculino ni femenino que sea honrado, decente y cariñoso con ella y que para algo pueda serle útil.
Por ser libre y casarme contigo me resignaría desde ahora mismo á ganar el pan, como la última labradora, con el sudor de mi frente... aún más, me resignaría á mendigarlo de puerta en puerta... Pero no quiero perder mi alma ni la tuya... No puedo amar á mi marido, pero puedo serle fiel... Lo que estamos haciendo es muy criminal, y tarde ó temprano caerá sobre nosotros el castigo del cielo... ¿Por qué no hemos de amarnos puramente, sin manchar nuestras almas?
¿No le gusta a usted, Elena? ¿Qué quiere usted que le diga? Apenas la conozco... No es más que una chiquilla... Si usted quisiera ocuparse de ella con un poco de indulgencia, la sociedad de usted podría serle muy provechosa. Luciana hizo un gesto que no fue de entusiasmo. No sabría qué decirle... Es imposible encontrar dos naturalezas más opuestas que la de la hija de Lacante y la mía.
¿Lo ve usted? exclamó con aire triunfal. Pero, en fin, usted es muy joven aún, y puede corregirse. Quedose después algunos instantes pensativo, y al cabo dijo, como si tomase una resolución importante: Voy a presentarle a la señora de la casa, una persona de grandísimo talento y consejo. Lo hago porque es usted un oficial de S. M., y deseo serle útil. Agradecí el inusitado favor que me hacía.
Cuando la mañana avanzó, su soledad, en medio de las ansias que la devoraban, llegó a serle intolerable, y decidiose a llamar a su madre. Su ternura generosa había trepidado hasta entonces en hacerla participar de aquellas horas angustiosas. Pero sentía que perdía la cabeza. Informó, pues, a la señora de Latour-Mesnil de lo que pasaba, por medio de un billete que le envió con un expreso.
La señorita Margarita, que parece profesar á su vecina una especie de culto, ha querido asociarse á mi obra de caridad, consagrando á la basílica de los Porhoet un álbum especial que estoy encargado de llenar. He ofrecido además á mi anciana confidente, tomar parte en las diligencias, indagaciones ó cuidados de cualquier naturaleza que puedan serle suscitados por su litigio.
Prevenía sus deseos, echándole agua en el vaso, alargándole los entremeses, el pan, todo lo que pudiera serle agradable, haciendo seña al criado para que le sirviese vino cuando advertía que sus copas estaban vacías, con esa oportunidad desembarazada, elegante, del hombre educado en la cumbre de la sociedad.
Palabra del Dia
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