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Actualizado: 30 de abril de 2025


¿Y seré feliz? dijo Fortunata con expectación supersticiosa, como si le estuvieran echando las cartas. Por de pronto, de lo que yo trato es de que sea usted práctica. ¡Práctica! replicó ella arrugando la nariz con salero, como hacía siempre que afectaba no comprender una cosa y burlarse de ella al mismo tiempo . Práctica, ¿qué quiere decir eso?

Yo seré de igual madera que otras que pertenecían a mi clase, y ahora.... bien conoces a la de Negrero... aquella tan guapa que lleva abrigo de terciopelo y capota de tul blanco.... Pues, hija mía, sardinera del muelle primero, cigarrera después, y luego la vino Dios a ver con ese marido tan rico.... ¿Y la de Álvarez?

Yo te digo que eres un ángel... Mira, hasta ahora no se ha hecho en la casa más voluntad que la mía. Has sido una esclava. De hoy en adelante no se hará más que tu voluntad. El esclavo seré yo». El primer día de lo que llamaremos el reinado de Golfín, D. Francisco se hizo traer a la cama la caja del dinero, para sacar por mismo, como de costumbre, el del gasto diario.

10 El edificará Casa a mi nombre, y él me será a por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre. 11 Ahora pues, hijo mío, sea contigo el SE

Seré obrero, trabajaré la tierra si es preciso, me emplearé en cualquier cosa... pero seré hombre libre. Pasearon los dos amigos por el claustro, aconsejando Gabriel a don Martín. Al determinar el punto adonde debía dirigirse, su predilección fluctuaba entre París y las repúblicas americanas más faltas de emigración.

¿Subo? preguntó el diputado con angustia, con la entonación del niño que implora un juguete. ¿Para qué? Te aburrirías; seré la misma que aquí. Arriba no hay luna ni naranjos en flor. Es inútil esperar una borrachera como la de aquella noche. Además, no quiero que te vea Beppa.

Vaya si las tenía. Pero viéndose sola en aquel terreno de la incertidumbre, llenábase de tristeza y decía: «¿Me estaré quejando de vicio? ¿Seré yo, como aseguran, la más feliz de las mujeres, y no habré caído en ello?». Con estas consideraciones azotaba y mortificaba su inquietud para aplacarla como los penitentes vapulean la carne para reducirla a la obediencia del espíritu.

Hasta, alguna vez, se había sorprendido pensando: «Yo soy un cualquiera; no soy un hombre de genio; seré como mi padre: un bendito, un ser vulgar». Y ahora le gritaba el alma: «¡Un ser vulgar!». ¿Por qué no? ¡Imbécil, imita la vulgaridad de tu padre! Acuérdate, acuérdate: ¿qué anhelaba aquel hombre?

Pues bien la repliqué, yo desapareceré: partiré hoy mismo, dentro de un momento y nunca volverás a verme. ¿Quieres morir, sin embargo? me dijo. Tuve miedo de comprender, pero, no obstante, la pregunté: ¿Por qué? Sus palabras, nada me dijeron que yo no supiera ya. Porque si vivo seré suya. ¡Suya, de usted, de otro!... Una llamarada me subió a los ojos y a la frente.

De todo el grupo salió una carcajada espontánea que hizo volver la cabeza a los que estaban cerca. Fuentes quedó acortado un instante; pero como hombre de ingenio que era supo reponerse. Yo seré mono, Pepa, pero usted es monísima. ¡Bravo, Fuentes, bravo! exclamó Calderón, a quien, como hombre exclusivamente de debe y haber, causaba asombro cualquier frase oportuna.

Palabra del Dia

bagani

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