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Actualizado: 12 de junio de 2025
En el momento un poco tumultuoso de las despedidas, al separarnos después de la velada, mi padre invitó a todos a venir esta noche a casa a festejar el regreso de Máximo. Todos aceptaron menos la señora Jansien, que estaba ya comprometida, y las de Grevillois, que tienen que estar en Ruán mañana por la tarde y no vuelven hasta dentro de dos días.
Nos lo hemos jurado muchas veces. ¿Por qué se empeña en separarnos?... La mano del gigante volvió á repelerle, mientras dos lágrimas se desplomaban de los ojos de Gillespie, cayendo en el interior de la cajita. Cerró lentamente la tapa, volviendo con una presión de sus dedos á hacer penetrar las tachuelas en sus antiguos orificios.
Sí, sí exclamó don Juan engañado por las palabras de Dorotea ; no nos separaremos jamás. Sí dijo Dorotea rodeando un brazo tembloroso al cuello de don Juan ; vamos á separarnos muy pronto, porque no me he desposado contigo; me he desposado con la muerte. Ahora déjame orar; no acabes de perderme. ¡Con la muerte! gritó don Juan. Sí, el dulce que acabo de comer estaba envenenado.
En el momento de separarnos para retirarnos cada uno a nuestro cuarto, Roberto me tomó las dos manos y me llevó a un rincón. Te agradezco, Olga dijo, y sus labios temblaban, te agradezco tu exactitud y tu cariño. Ahora se acabó nuestra correspondencia... ¡Por amor de Dios, Roberto! balbucí. ¿Qué ha pasado?
¿Qué va a ser de nosotros? Aquel nosotros pareció molestar un poco al conde, que dijo reprimiendo un movimiento de impaciencia. No hay que exagerar. Es un incidente lamentable, pero que no debe alarmarnos gran cosa. Bien sabes que te amo y que no te abandonaré. Tengo que volver muy pronto a Inglaterra, y sólo se trata de una separación momentánea. ¡Separarnos! murmuró Juana muy pálida.
Los tripulantes de nuestros voladores conservarán siempre flojos estos lazos metálicos. Debemos separarnos por unas horas; yo marcho delante. Además, la comunicación va á quedar interrumpida entre nosotros desde el momento que usted recobra la posición vertical, aislándose en su grandeza inútil. El ingeniero quiso protestar, algo ofendido por las precauciones á que se le sometía.
Gran ventura ha sido para mí, dijo Duguesclín, la de haber conocido y tratado en tan excepcionales circunstancias al caudillo famoso cuyo nombre tantas veces me anunciara la fama. Pero es fuerza separarnos, porque mi puesto está al lado del rey de España, á cuyas órdenes debo ponerme antes de que vos crucéis las montañas de la frontera.
Pronto se sosegó, y charlamos con la mayor alegría, como todas las noches. No obstante, cuando llegó el momento de separarnos, me preguntó sonriente, pero mostrando inquietud en los ojos: ¿Te vas a casa? Sí. ¿De veras? De veras. Quedó un instante pensativa. De repente sacó su hermosa mano por la reja, me cogió la corbata y me la arrancó. Así ya no puedes ir al baile, aunque quieras.
Nos mantuvo delante de ella en aquella actitud que resultaba extremadamente embarazosa, y que no me parece que fuera más grata para Julia; luego, sin adivinar que entre su hermana y yo había más de un obstáculo ya formado que anulaba sus proyectos de unión, como habría hecho una madre, la besó tiernamente y muchas veces diciéndole: «No nos separemos, mi hermanita querida; ¡ojalá podamos no separarnos nunca!»
Entre los cautivos lo fué el director de la compañía; y como transcurrió mucho tiempo sin que se oyera hablar nada de él, se le tuvo por muerto y se casó Alonso con la viuda del que se juzgaba difunto; pero unos dos años después de este suceso, y estando sentado á la mesa en Granada el matrimonio, entró de repente en la habitación el primer esposo de la dama, y preguntó por el director Alonso de Olmedo; éste se levantó en seguida de la mesa, y dijo á su mujer: Señora, la llegada de este caballero nos obliga á separarnos; dadme licencia para que yo busque otro domicilio, porque no me conviene permanecer más aquí.
Palabra del Dia
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