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Actualizado: 18 de junio de 2025


Nada parece ser tan fugitivo, tan indeciso como el agua corriente vista entre juncos; es cosa de preguntarse cómo una mano humana puede atreverse á simular la fuente, con sus rasgos precisos, en el mármol ó la tela; pero pintor ó escultor, el artista no tiene más que mirar esta agua transparente, dejarse seducir por el sentimiento que le invade, para ver que aparece ante su vista la imagen graciosa y de redondeces abultadas y hermosas.

Aunque la pintura de tanta felicidad influía levemente en su ánimo, no se dejaba seducir Benina, y como persona práctica vio los inconvenientes de una traslación repentina a países tan distantes, donde se encontraría entre gentes desconocidas, que hablaban una lengua de todos los demonios, y que seguramente se diferenciarían de ella por las costumbres, por la religión y hasta por el vestido, pues allá, de fijo andaban con taparrabo... ¡Bonita estaría ella con taparrabo! ¡Vaya, que se le ocurrían unas cosas al buen Mordejai!

Pero yo acompañaba á un distinguido literato español, el cual á fuer de Español, era muy galante; y como él habia visto una espléndida madrileña de ojos azules y cabeza rubia, capaz de seducir al mas cuerdo, era preciso dejarse llevar á remolque.

La que reniega de la timidez, le halla osado, y comedido la que desconfía de su atrevimiento; con las muy castas observa la virtud de la paciencia, esperando y logrando del tiempo y la ocasión lo que le regatea la honestidad; a unas sólo intenta seducir con miradas y palabras; a otras en seguida les persuade de que los brazos del hombre se han hecho para estrechar lindos talles.

El hallarse en el palacio de los archiduques, motivó que Felipe el Hermoso de vuelta de España, una vez desembarazado de los halagos sin límites de Doña Juana, la mirase con tal adhesion, que al fin concluyó por apasionarse ciegamente de los atractivos de la rubia española, cuya magnífica cabellera dorada llegó á seducir su corazon.

Cuando pretendía agradar, cuando ponía empeño en seducir, aquellos ojos claros, parados, se animaban súbitamente, trocándose de inocentes en maliciosos, y aquellos labios blanquecinos que ligeramente se mordiscaba con un movimiento imperceptible, tomaban color de cereza soleada: entonces sonreía de un modo delicioso; la falsa indiferencia, el abandono fingido, se convertían en laxitud estudiada que parecía pedir mimos o prometer caricias, y la mujercita insignificante, el ser débil, quedaban transformados en sirena de ocultos y peligrosos encantos.

El empeño que tiene la Duquesa en seducir a Ignacio y los medios elegantes y alambicados de que se vale para conseguirlo, me parecen tan bien traídos como lindamente descritos, y no deben asustar a las personas más pudorosas. Su representación y narración por circunstanciadas que sean y a pesar de toda la verdad y viveza con que se pinten, no deben ser tenidas por inmorales.

¿Usted, Pepa?-preguntó el mancebo queriendo demostrar desembarazo, pero inquieto en realidad, porque la de Frías era con razón temida. Yo, . Vamos a cuentas, Ramoncito, ¿qué se propone usted echando sobre tanto perfume? ¿Es que pretende usted seducirnos a todas por el órgano del olfato? Por cualquier órgano me agradaría seducir a usted, Pepa. La tertulia celebró la respuesta.

Sentí otra vez un dolor en el corazón, como si mi conducta hacia mi hermana fuera falsa y cruel. Y continué devanándome los sesos hasta que vi claramente que sólo las cartas eran culpables. «¿No es por su bien por lo que escribo y por lo que guardo silenciome pregunté. Pero mi conciencia no se dejó seducir. No.

En aquel momento supremo vaciló la fe del creyente y se quebrantó la incredulidad del esceptico: el místico se sintió mordido por la duda y el desengañado se dejó seducir por la esperanza. Todo lo trastornó el brutal zarpazo del dolor. Luciano, el médico, cayó de rodillas ante el crucifijo adorando a Dios en espíritu y en verdad.

Palabra del Dia

rigoleto

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