Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de mayo de 2025
La gente anda por ahí alborotada, censurando de muy viciosa y de sobrado verde, permítaseme lo familiar del vocablo, la escena en que la Duquesa trata de seducir a Ignacio. ¿Pero cómo censurar tal cosa, cuando el Año Cristiano contiene no pocas escenas bastante más crudas?
Queríamos ver de cerca la fuente ó salida del Lütschina-negro y penetrar en las grutas de hielo, magníficas alcobas de cristal que la naturaleza fabrica en masa y que los paisanos se encargan de perfeccionar para seducir al viajero curioso. El espectáculo de la salida del grueso torrente es realmente bello.
Dominado por la cólera mataba a patadas estrellándole los sesos a N por una disputa de juego; arrancaba ambas orejas a su querida porque le pedía una vez 30 pesos para celebrar un matrimonio consentido por él; abría a su hijo Juan la cabeza de un hachazo porque no había forma de hacerlo callar; daba de bofetadas en Tucumán a una linda señorita a quien ni seducir ni forzar podía.
Dexo lo poco que se estudia, lo mucho que se habla, la fanfarronería que domina, las artes de truncar textos, la mala fé para seducir, y otras tergiversaciones que se usan entre los hombres; pues todas estas cosas nos han de tener desconfiados de sus aserciones, haciéndonos entender, que nuestra creencia solo se ha de dar á sus pruebas, y á las razones en que fundan lo que afirman.
Todo el año es invierno para uno; todos los celajes obscuros; todas las esperanzas negras, ¡muy negras! Tú, que asomas ahora, hija mía, por las puertas de la vida, y porque, comparándolo con lo poco que llevas andado, se te figura que es interminable el camino que te falta por andar, no te dejes seducir de esta ilusión. Porque es una ilusión, nada más que una ilusión: créeme a mí.
En esto desperté de mi sueño y me volví a encontrar en mi pobre casita de esta corte. Creo, añadía nuestro amigo al terminar su cuento, que con menos riqueza y a menos costa pueden los Nanares del día seducir a los Parsondes que zahieren su inmoralidad y sus vicios, movidos, no de la caridad, sino de la envidia.
No la movía el interés; no la deslumbraba el brillo del oro y de la pedrería. Lo que la encantaba era la locura misma que D. Jaime hacía por ella, el desprendimiento generoso y el sacrificio desmedido que representaba aquel regalo, en proporción a la fortuna de D. Jaime. El regalo, pues, si ya no hubiese estado doña Luz tan prendada, hubiera acabado de enamorar y seducir su corazón.
Destacó, pues, un seide encargado de seducir al vigilante, convidándole a comer, a echar un trago, recurriendo a todo género de insinuaciones halagüeñas. Tiempo perdido: el centinela ni siquiera miraba de reojo para ver a su interlocutor: su cabeza redonda, peluda, sus salientes mandíbulas, sus ojos que no pestañeaban, parecían imagen de la misma obstinación.
Este sistema de la cuerda floja retrasaba el triunfo, pero le permitía a él presentarse a los ojos de Ana más simpático, hablando el lenguaje de aquella vaguedad romántica que ella creía religiosidad sincera, y no pasaba de ser una idolatría disimulada, según don Fermín. No, él no se dejaba seducir por panteísmos, aunque fuesen tan bien parecidos como el de su amiga.
De su tío Nepomuceno sabía, por murmuraciones del primo Sebastián y de Eufemia, que tenía una pasión de viejo por una alemana, hija de un ingeniero industrial, M. Körner, químico notable que había venido a ciertos trabajos metalúrgicos. Sin duda el tío quiere hacerse rico a todo trance, y pronto, para seducir con su fortuna, ya que no puede con sus patillas cenicientas, a la hija de ese alemán.
Palabra del Dia
Otros Mirando