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Actualizado: 18 de junio de 2025
Yo creo, concluyó, que usted mismo se ha fomentado esta pasión. Porque ni siquiera la comprendería si usted se hubiese dejado seducir y alucinar por la simple belleza física. Muñoz miró a Charito atentamente. Y ella ¿está enamorada de Julio, ahora? No lo creo, no puede Adriana enamorarse, no es capaz de enamorarse.
No se ocupa más que en seducir muchachas. ¡Cuántas familias son hoy desgraciadas á causa de sus hazañas! ¡Oh! los bandidos de esta clase deben ser quitados de entre los hombres. Hablan ustedes de una persona que me ocupa mucho en estos momentos dijo Lázaro. ¿Usted le conoce? ¿Usted sabe cuáles son los hábitos de ese malvado? ¿Pues no lo he de saber? manifestó Pinilla.
Ni esa niña puede tampoco estar al lado de un chico tan guapo y tan risueño como tú sin ponerse enferma también dijo Rafael Alcántara. ¿Me quieres seducir, Rafael? Sí, chico, para que me dejes mañana la llave de tu cuarto y no parezcas en toda la tarde por allá. Lo necesito. Es que tengo una colcha preciosa de raso. Se cuidará de la colcha.
Pero el Rey, al contemplar á Doña Blanca, siente arder en su pecho violenta pasión, y para satisfacerla, toma la indigna resolución de nombrar á D. Martín general del ejército para seducir en su ausencia á Doña Blanca. D. Martín, no sospechando nada, accede á los deseos del Rey, el cual, sobornando á los criados, se introduce la noche siguiente en el dormitorio de Doña Blanca.
¿Se atrevería la autoridad a tomar una medida represiva?». ¡Y si fuera eso lo peor! decía el Arcediano. Y entonces comenzaba el segundo capítulo de la murmuración. «Lo peor era que, con razón o sin ella, pero no sin que las apariencias diesen motivo para las hablillas, se decía que el Magistral quería seducir, y en camino estaba, nada menos que a la Regenta».
De esta suerte, por lo mismo que reconocía en el Conde más capacidad de seducir que en todos los otros, temía menos la seducción por parte del Conde. No eran de igual parecer los de la tertulia de Rosita. Sin odio, sin deseo de dañar, por pura ligereza y alegre malicia, suponían cuanto hay que suponer, fundándose en los siguientes datos.
Se trataba de seducir a su Ilustrísima para que fuese a honrar con su presencia el solemne reparto de premios a la virtud, organizado por cierto circulo filantrópico. El círculo se llamaba La Libre Hermandad, nombre feo, poco español y con olor nada santo.
No tienen educación, son como máquinas, y se vuelven tan tontas... más que tontería debe de ser aburrimiento... se vuelven tan tontas digo, que en cuanto se les presenta un pillo cualquiera se dejan seducir... Y no es maldad; es que llega un momento en que dicen: 'Vale más ser mujer mala que máquina buena'». Filosófica está mi mujercita.
El que ha entrado en esta casa usurpando un nombre para mejor engañarnos; el que se ha vendido por amigo y dependiente de la casa para seducir a la hija de su dueño; el que ha tenido la osadía de oponerse con el revólver en la mano a que se cumpliese la voluntad de una madre, produciendo un escándalo en la calle, no debe venir hablándonos de sus sentimientos, porque ya los conocemos bien.
Y al juez no le parecía increíble que Vérod, sintiéndose amado, se satisficiera con sólo la amistad pura: si el artista había puesto en juego el sutil expediente de la poesía para seducir a aquella mujer, si había ennoblecido con la magia de la expresión literaria su descontento y sus deseos, la Condesa d'Arda había podido, despertándose del sueño de un afecto paternal, encontrándose inevitablemente en el terrible dilema de vivir pecando o de morir para evitar la culpa, aferrarse al más desesperado, pero menos indigno de los extremos.
Palabra del Dia
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