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Actualizado: 26 de junio de 2025
Basilio se entremeció. Aquel era el mismo desconocido que trece años antes había cavado allí la fosa de su madre, sólo que ahora había envejecido, sus cabellos se habían vuelto blancos y usaba bigote y barba, pero la mirada era la misma, la misma expresion amarga, la misma nube en la frente, los mismos brazos musculosos, algo más secos ahora, la misma energía iracunda.
Como ellos, aspiré con delicia el poco de aire puro que caía de las alturas del bosque al campo Quemado. Elena, mientras tanto, seguía inclinada sobre aquel semicadáver, cuyo pecho huesudo estaba sacudido por un hipo siniestro. Había echado un poco de vino en una taza desportillada, y con el brazo alrededor del cuerpo de la Briffarde, estaba humedeciendo sus secos labios.
Ella ocupa el centro de una inmensa llanura que se encuentra tres leguas al este del Mamoré, y como á dos del rio Ivari: sus alrededores, muy secos en invierno y anegados en el estío, carecen de arbolado: hay hácia el este un grande lago, distante un cuarto de legua del pueblo.
Ni la casa de Austria ha venido nunca tan a menos. Fuera los azucarillos, que gravan el presupuesto. Luego, no crea usted, había aquí muchos que se los comían secos por golosina. ¡Una ruina, hijo, una ruina! ¿Ve usted aquel pollito que parece un lenguado gaditano en tartera, aquel que se mete el dedo por la nariz en busca de los sesos? Pues ése se ha comido trece una noche, y no le pasó nada.
Me apeé próximo ya a la aldea: el coche siguió por la carretera y yo tomé un camino de travesía que me condujo a mi casa por las marismas. Hacía cuatro días y cuatro noches que un dolor fijo refrenaba mi corazón y me tenía los ojos tan secos como si jamás hubiera llorado.
La recalcitrante es... recalcitrante. ¡Qué aspecto de mal genio!... En lugar de la sonrisa amable de la primera y de la dulzura borrosa de la segunda, es enteramente alarmante. Mirada dura, labios secos, modo de andar irritado. En vano se esfuerza la piedad por dar a su fisonomía un aspecto de ternura; se ve el esfuerzo y no se adivina la paz.
Buscando una comparación para este sentimiento, veníanseme a las mientes ejemplos muy raros: verbigracia, los lienzos recién lavados y secos, el heno de las praderas con su fragancia «a salud y el agua de las fuentes rústicas con su pureza transparente.
La luz, al fin, se apaga, y Ferragut se encuentra en inmunda caverna y entre los brazos de horrible y asquerosa vieja, cuya fealdad abominable ve á la luz de la luna, y cuyos secos brazos y cuyas manos, á modo de garras, le retienen sin dejarle escapar.
Los perros, entonces, sintieron más el próximo cambio de dueño, y solos, al pie de la casa dormida, comenzaron a llorar. Lloraban en coro, volcando sus sollozos convulsivos y secos, como masticados, en un aullido de desolación, que la voz cazadora de Prince sostenía, mientras los otros tomaban el sollozo de nuevo. El cachorro ladraba.
No, no... Usted ya no puede ser mi confesor y levantando repentinamente la frente, pálidas las mejillas, los ojos secos y brillantes, donde se pintaba una resolución extrema, siguió: Sé muy bien, padre, que mi vida entera está destinada a llorar... Sé también que después de esta vida me espera quizá una eternidad de tormentos. Pero la desesperación no cuenta los tormentos ni teme nada.
Palabra del Dia
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