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Actualizado: 29 de junio de 2025


Mariquita date tono replicó Jacinta secándose las lágrimas que la risa y las cosquillas le habían hecho derramar . Ya que hay otros peores; pero no pongo yo mi mano en el fuego porque seas el número uno. Juan meneó la cabeza en señal de amenaza. Jacinta se puso lejos de su alcance, por si se repetían las bárbaras cosquillas.

«¡Ah!, señora dijo a la fundadora, secándose las lágrimas ; veo que se asombra usted de... de verme llorar así, y de estas demostraciones... Es que yo la quería mucho... era mi amiga... iba a ser mi querida... digo... no, dispense usted, éramos amigos... Usted no la conocía bien; yo ... Era un ángel... digo, debía serlo, podría serlo; dispense usted, señora, no lo que me digo; porque me ha llegado al alma esta desgracia.

Estamos embarrancados dijo el Capitán, secándose el frío sudor que le bañaba la frente . ¿Baja la marea? , Capitán. ¿Qué hora es? Las once. Dentro de cuatro horas será la pleamar. Esperemos con confianza que nos ponga a flote. ¿Y si no llega la marea a desencallarnos? Tenemos la chalupa y nos encomendaremos a Dios y a las olas. Entre tanto, los australianos seguían en la playa.

Vió al mismo monte subtropical secándose en los pedregales, y sobre el brumoso horizonte de las tardes de 38-40, volvió a ver el sol cayendo asfixiado en un círculo rojo y mate. Media hora después llegaban a San Ignacio, y siendo ya tarde para llegar hasta lo de Cooper, Fragoso aplazó para la mañana siguiente su visita.

Veíasele atravesar la plaza, agitando los faldones de su levitón color de café, pasar bajo la arquería de la Recova, perderse entre el hormiguero de la acera y al cabo de corto rato reaparecer, por el lado contrario, la chistera en la mano y secándose la frente y la calva con el pañuelo.

Pues quiero suplicarte, que después de casada, ya que mis hijos no puedan ser tus hijos, como proyectábamos, les mires como tus hermanos. Sola le contestó con el río de sus lágrimas, que no permitían palabras. Ni eran necesarias las palabras. Si me ves llorar dijo D. Benigno, secándose una lágrima con gesto heroico , no creas que estoy afligido ni desconsolado.

Trajineros que dejaban en el patio el macho y el botijo, labradores del valle que entraban secándose con todo el brazo el sudor de la frente, zapateros, olleros, caldereros y tejedores del arrabal. Ramiro cruzaba también las piernas sobre el esparto, y pidiendo cualquier golosina, poníase a observar por debajo del aludo sombrero.

Aquellos hombres que pasaban afanosos, secándose el sudor de sus frentes, aquellos que con un cigarro en la boca caminaban despreocupados y tranquilos, yo los conocería en mi hora, yo sabría de las pasiones que los movían y de las esperanzas que los alentaban.

Palabra del Dia

lanterna

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