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Actualizado: 28 de octubre de 2025


Allá a lo lejos se oía el perpetuo sollozo de la represa, y chirriaban los carros cargados de tallos de maíz o ramaje de pino. Nucha escuchaba con atención, apoyada la barba en la mano. De tiempo en tiempo su seno se alzaba para suspirar. No era la primera vez que observaba Julián, desde el parto, gran tristeza en la señorita.

Por la noche fuí al castillo, la señorita Laroque me acogió con ese aire de indolencia desdeñosa, de distracción sombría y de amargo fastidio que la caracteriza habitualmente, y que formaba entonces un singular contraste con la graciosa bondad y la festiva vivacidad de mi matinal compañera.

Al cabo de tres semanas concluí por decirle: «¿Qué piensa usted hacer con todos estos «marineros»?» Entonces él me miró con una expresión que no olvidaré nunca: «¡Es para vestir a nuestros hijos, señorita...!» LA SE

Era amigo de aquel desgraciado como usted, no más. ¿No ha dicho á usted entonces los lazos que le unían á la familia Freneuse? Miss Maud fijó en Tragomer su clara mirada. El joven se sonrió. Es verdad; la señorita de Freneuse era mi prometida cuando ocurrió la catástrofe que echó por tierra todos nuestros proyectos. ¡Oh!

Fabrice, grande observador, por instinto y profesión, advirtió al momento que la lectriz palideció ligeramente y que por contrario efecto se encendieron las mejillas de la baronesa. Llevadas por Pedro las redes a la cocina, acompañó después a Fabrice a sus habitaciones, pero antes de quedarse éste en ellas díjole al marqués: Dime, Pedro, ¿quién es esa señorita que leía el diario a tu tía?

El término de nuestro convenio no ha llegado aún, y en las actuales circunstancias no estamos dispuestos a dispensar de sus condiciones a la de Ponce. La señorita Galba debe sujetarse al reglamento y disciplina del Instituto, hasta que salga oficialmente de él. Esta conducta puede dañar el porvenir y comprometer la situación de la educanda en la sociedad indicó el señor Robinson.

Varias veces me llamó la señorita para enseñarme sus dibujos, y una linda acuarela, pintada en obsequio mío: un ramo de violetas puesto en una copa de cristal, y tardé en acudir a su llamado.

Al encendido encarnado de las mejillas había sucedido cierta palidez, sobre todo en los labios y en el hueco de los ojos. Cuando Pedro dijo «ya hemos concluído», se dejó caer como una piedra, exclamando: ¡Qué atrocidad! ¡Cómo me he cansado! ¿La habrá hecho á usted daño, señorita? preguntó el mayordomo con solicitud. No, no; esto pasará en seguida.

Cabeza pelada, con las arrugas de la vejez a lo largo de la nariz; frente genial de imbécil y ojos apagados; porte exquisitamente correcto. Soy la señorita Jessy Loudon; me envía a usted la señorita Marjorie Daw, su discípula...

Era la nodriza de Amparito, una huérfana de las inmediaciones de Alboraya, madre del cochero, y que había criado en su barraca a la señorita. Nelet era un retoño digno de tal árbol, pues en el rostro pecoso, mofletudo y de tirante piel que mostraba la tía Quica bajo su pañuelo de hierbas notábase la misma brutalidad jocosa y resuelta de su rústico vástago.

Palabra del Dia

crocus

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