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Actualizado: 14 de noviembre de 2025


En sus ojos inyectados de sangre brillaba la fiebre del asesinato; todo su cuerpo se estremecía de cólera, esa terrible cólera del pacífico, que cuando rebasa el límite de la mansedumbre es para caer en la ferocidad. Como un jabalí furioso se entró por los campos, pisoteando las plantas, saltando las arterias regadoras, tronchando cañares.

Corría, que no andaba, D. Luis por aquellas sendas, saltando arroyos y fijándose apenas en los objetos, casi como toro picado del tábano. Los rústicos con quienes se encontró, los hortelanos que le vieron pasar, tal vez le tuvieron por loco.

La espada del barón, rápida como el rayo, entró oblícuamente por debajo del levantado brazo de su enemigo, y éste cayó pesadamente en tierra, lanzando ahogado grito. Confusa gritería de aplauso y de despecho se dejó oir en uno y otro bando y el barón, saltando sobre su caballo, se lanzó hacia la altura, á la vez que los sitiadores emprendían el ataque de la posición inglesa.

¡Ah, qué contenta estoy! exclamé saltando. ¡Cómo os quiero, señor cura! Todo esto está muy bien, Reina; pero has cometido una grave falta. Te has introducido en la biblioteca con riesgo de desnucarte, y has leído libros, que probablemente yo no te hubiera dado nunca. ¡Walter Scott, señor cura; son de Walter Scott! Mi literatura habla muy bien de él. Y le conté todas las impresiones.

Bajaron por la pendiente opuesta a la que habían subido. Cornelio, más ágil y diestro que el Capitán, iba delante, buscando los pasos más fáciles a través de las peñas y saltando de una en otra sin vacilar. Cuando hubieron llegado al llano se detuvieron, mirando atentamente en torno suyo; pero no vieron nada sospechoso.

Parece que este muñeco no ha oído nunca cortar leña dijo Pedro, torciéndole el cachete a Meñique de un buen pellizco. Yo voy a ver lo que hacen allá arriba dijo Meñique. Anda, ridículo, que ya bajarás bien cansado, por no creer lo que te dicen tus hermanos mayores. Y de ramas en piedras, gateando y saltando, subió Meñique por donde venía el sonido. Y ¿qué encontró Meñique en lo alto del monte?

Al cabo de una media hora llegó á un pequeño arroyo en cuya opuesta orilla se levantaba una especie de colina, masa negra é informe que adquiría en la oscuridad proporciones de montaña. Basilio pasó el arroyo saltando sobre piedras que se destacaban negras sobre el fondo brillante del agua, subió la colina y se encaminó á un pequeño recinto encerrado por viejos y medio desmoronados muros.

»Deseo desembarazarme con brevedad; por esso voy saltando velozmente, tocando aquí y alli de passo, sin detenerme como debiera en muchos requisitos. En razon de costumbres, se devē considerar las condiciones y propiedades de personas y naciones.

Su cara de remolacha aparecía, en efecto, en lo alto del pescante, zambullida en enorme cuello de pieles, y su cabeza cuadrada quedó al descubierto cuando, saltando Fritz del asiento como empujado por un resorte, abrió la portezuela, tieso, acompasado y expedito, como verdadero lacayo elegante y correcto.

El río Ibaya, limpio, claro, cruzaba el valle por entre heredades verdes, por entre filas de álamos altísimos, ensanchándose y saltando sobre las piedras, estrechándose después, convirtiéndose en cascada de perlas al caer por la presa del molino. Cerraban el horizonte montes ceñudos y en los huertos se veían arboledas y bosquecillos de frutales.

Palabra del Dia

vengado

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