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Actualizado: 28 de junio de 2025
Nunca le había parecido tan guapa como entonces. Sus labios, empapados en el ácido de la fruta, tenían un carmín intensísimo, hasta el punto de que allí podían ser verdad los rubíes montados en versos de que tanto han abusado los poetas.
La Esperanza le mira con angustia; la Fuerza echa a reir; tiembla el Progreso; la Paz suspira; la Igualdad en tanto lanza una maldición; se oye el lamento que exhala la Honradez en las bohardillas; pugna el Trabajo por romper los hierros de su cadena vil; se ve en el lodo como un gusano revolcarse al Pueblo que tiene, harto de yugo y de miseria, fiebre de dinamita en el cerebro... y en su carrera de onzas, coronado con diadema imperial, llevando un cetro macizo de brillantes y rubíes, como un César o un Dios, pasa el Dinero. ......................................... El Filósofo piensa: "¿Es algo? ¡Nada! ¿Qué es lo que significas, Año Nuevo, entre la Eternidad?" ¡No eres ni el átomo que el aire mece!
El sol penetraba por entre los mil intersticios de aquel encaje prodigioso, y nuestra viajera se vió vestida de hilos de cristal más tenues que los que tienden las arañas de rama en rama, y cubierta de diamantes, esmeraldas y rubíes que variaban de luces á cada movimiento, y tan menudos, que los granos de arena parecerían montañas á su lado.
Consistia en una túnica de tisú de oro y un albornoz de lo mismo, con un cinturon de oro purísimo sembrado de perlas y rubíes, tan gruesos y bellos que no sabia el rústico cristiano quitar de él los ojos mientras el oficioso hagib le endosaba la rica vestidura.
En el hombro izquierdo, sujetas con un lazo encarnado, llevaba las dos cruces de dama de honor: cruz de esmalte rojo, la antigua de la reina Isabel, y una M de brillantes y rubíes, la de la nueva reina Mercedes.
Amén. Nuestra Señora de la mañana: tú, que deslíes sobre las nieblas tu suave grana; tú, que te enjoyas de mil rubíes; tú, soberana, que te sonríes como una dulce Fata Morgana, pon en mi lengua sabor de mieles y una sonrisa bajo mis labios. No me des nunca laureles sabios... Odio lo amargo: gloria, laureles.
Acullá de improviso se le descubre un fuerte castillo o vistoso alcázar, cuyas murallas son de macizo oro, las almenas de diamantes, las puertas de jacintos; finalmente, él es de tan admirable compostura que, con ser la materia de que está formado no menos que de diamantes, de carbuncos, de rubíes, de perlas, de oro y de esmeraldas, es de más estimación su hechura.
Dime: ¿no te agradaría ir a ver el Palacio del Dragón, allende los mares, donde el dios vive y reina como soberano sobre dragones, tortugas y peces, donde los árboles tienen esmeraldas por hojas y rubíes por fruta, y donde las escamas son plata y las colas oro?
Guardábase este ejemplar en una caja de tisú de oro sembrada de perlas y rubíes, cubierta con una funda de riquísima seda encarnada, y se ponia en un atril ó facistol de aloe con clavos de oro.
Había desaparecido el sol de oro, evaluado en más de cuarenta mil pesos, y cuyas ricas perlas, rubíes, brillantes, zafiros, ópalos y esmeraldas eran obsequio de las principales familias de Lima. Aunque el pedestal era también de oro v admirable como obra de arte, no despertó la codicia del ladrón. Fácil es imaginarse la conmoción que este sacrilegio causaría en el devoto pueblo.
Palabra del Dia
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