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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Siguieron a esto frases de un orden más romántico que financiero, en las cuales el desgraciado señor expresó una vez más el consuelo que experimentaba su alma dolorida respirando la atmósfera de aquella casa, y descargando el fardo de sus penas en la indulgente persona que ocupaba ya el primer lugar en su corazón y en sus pensamientos. Rosalía se retiró de la ventana con la cabeza trastornada.
La de Páez no come garbanzos decía Visita porque eso no es romántico. La repugnancia que por los juegos locos del Vivero sentía Anita, era romanticismo refinado en opinión de la del Banco.
Tales son La fábula de Perseo, Las mujeres sin hombres, El laberinto de Creta, Adonis y Venus y El vellocino de oro. Por lo demás, en todas ellas el asunto mitológico se transforma en romántico, de la misma suerte que sucedió más tarde en las conocidas de Calderón de igual índole. Comedias caballerescas. Castelvines y Monteses. El nuevo Pitágoras.
Pero aun esto mismo se olvida; todos los nombres, en fin, acaban por yacer en el olvido, «la muerte de la muerte», que dijo un poeta muy romántico y más triste que un sauce. Creo haber dejado establecida la importancia del bautismo, de ese santísimo sacramento nacido en las orillas del Jordan y adoptado con un éxito evidente por toda la humanidad a través de los siglos.
Pensaba en sus dulces desdenes, recapacitaba sobre ellos, hacía doloroso examen de conciencia y miraba y cataba la herida de su corazón, como un enfermo contempla con amargo deleite la llaga o el cáncer que le lastima y en el que prevé la causa de su muerte. Toda la vida había sido don Paco el hombre más positivo y menos romántico que puede imaginarse.
Habría sido más galante, más piadoso, más romántico más en conformidad con los usos de este país encerrarla en santa Clara como una nueva Heloisa, para visitarla y confortarla de cuando en cuando. ¿Qué dice usted? Yo no puedo ni debo juzgar la conducta de los arzobispos, contestó el franciscano de mala gana.
Será todo lo romántico que quieras, y es opuesto a mi modo de pensar hablar en tono amargo de ciertas cosas; pero yo, que de todas las preocupaciones me río, he venido a estrellarme contra una de las más poderosas. La distancia que nos separa no sería mayor si tú fueses reina y yo lacayo, como los personajes de aquel drama francés que estabas leyendo la otra tarde.
Sinembargo, debo declarar que el tal Mohan no me parece un personaje tan absurdo como se cree, si se observa que en résumidas cuentas es el Diablo, pero un diablo poético, altamente romántico, y por lo mismo superior, bajo el punto de vista artístico y espiritual, al prosaico y vulgarísimo diablo en que nos manda creer la santa madre Iglesia.
La torre de la catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra del siglo diez y seis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero, cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las vulgares exageraciones de esta arquitectura.
Sin embargo, podía suponerse que la tenacidad de su silencio no significara una real indiferencia para el bello pasado romántico, sino que persistiendo secretamente en ella la memoria del idilio interrumpido, la frialdad fuera más bien pura apariencia y reproche tácito a Zoraida.
Palabra del Dia
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