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Actualizado: 28 de mayo de 2025


No dejaré pasar ni una noche ni una mañana sin rogar por ella, y cuando vea delante de mis ventanas, a la otra parte de la calle, aquella ventana cerrada para siempre, o encuadrando otras caras, ¡cómo se partirá mi corazón de tristeza y de pesar, sino la entreveo a ella... allá en el cielo!... ¡Cuánto debo yo a mis buenas amigas! Creo verdaderamente que la amistad es la forma visible de Dios.

Porque soy interesado y no quiero trabajar en balde. Muéstrame la cara y yo en pago te enseñaré mis mejores riquezas. La dama no se hizo mucho de rogar. Apartó el rebozo, y dejó ver el más bello y agraciado semblante que el mercader había podido ver o soñar en toda su vida.

»Mucho se hizo de rogar Leonela antes que saliese a llamar a Lotario, pero, en fin, salió; y, entre tanto que volvía, quedó Camilia diciendo, como que hablaba consigo misma: »¡Válame Dios! ¿No fuera más acertado haber despedido a Lotario, como otras muchas veces lo he hecho, que no ponerle en condición, como ya le he puesto, que me tenga por deshonesta y mala, siquiera este tiempo que he de tardar en desengañarle?

Pero yo seré la que decida cuándo ha llegado la ocasión. Quedamos en que no hablarás en verso sino cuando yo lo ordene expresamente, y aun entonces, sería mejor visto que te hicieses de rogar un pocoMi padre se dobló por la cintura, con ademán de acatamiento. Cualquiera menos inocente y sencillo que mi padre hubiese penetrado la ironía y propósito de la duquesa.

Pero la espera no debilita las energías del joven autor; al contrario, seguro de vencer, busca recomendaciones, insiste, suplica, porfía, amenaza, y luego, diplomáticamente, se amansa y vuelve á rogar. ¡Cuánta paciencia, cuántos paseos inútiles, cuántas antesalas humillantes le cuesta el pequeñísimo honor de ser leído! ¿El señor director? Acaba de marcharse. ¡Demonio! ¿A qué hora podré verle?

»Ambos le lloramos, y en las calles de árboles del parque donde solíamos sentarnos los tres en tiempos más felices, colocamos unas piedras en forma de monumento fúnebre, misterioso como su suerte; no inscribimos nombre alguno, ninguna inscripción; y junto a esta tumba sin despojos, pero animada por nuestros recuerdos, nos reuníamos todas las tardes para hablar de él, para rogar por él y pedir a la Providencia que pusiese fin a nuestro dolor y a su ausencia.

»Rogar a Dios que nos envíe la muerte, esperarla como una salvación, desearla como una recompensa, ¿no es casi como dársela? ¿Es acaso tan grande la distancia que separa la vocación ardorosa del acto? Si el acto es una culpa ¿cómo podrá ser consentida la intención suplicante?... »No tendré que esperar mucho; la obra de destrucción está ya adelantada: el dolor muerde mi pecho con mayor saña.

Protejo la inocencia... yo vigilaré... No seas boba... basta que esté en mi casa para que yo la respete.... ¡Ay, ay! qué bueno es eso... mire el señor del respeto... no me fío.... Edelmira había interrumpido el diálogo y sin más se convino en rogar a la Marquesa que convidase, con reiteradas súplicas, si era preciso, al señor Magistral. Visitación lo arregló todo en un minuto. Como siempre.

Así como habló Muley todos fueron de su parecer, y allí fué rogar a María y Zaida, pues cada cual la nombraba según su mayor o menor afecto a la religión santa, y muchos la llamaban por entrambos nombres.

Recite V. contestó Lucía, los últimos que ha compuesto á Clori. Son largos. No importa. Don Carlos no se hizo más de rogar, y con entonación mesurada y cierta timidez que le hubiera hecho simpático, aunque ya por no lo fuese, recitó lo que sigue: El plácido arroyuelo Rompe el lazo de hielo, Y desatado en onda cristalina Fecunda la pradera.

Palabra del Dia

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