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Actualizado: 28 de septiembre de 2025


Como no se movió de mi puesto, le hice notar que allí quedaria con mas incomodidad, pero se apresuró á responderme: Oh, no; entre buenos compañeros se debe alternar. Por otra parte, U. como extraajero tendrá mas gusto en hallarse junto á la portezuela para observar mejor los campos. No me hice rogar, tanto mas cuanto que asi el buen tio podia viajar con mas tranquilidad.

Aceptaron luego; dijéronme su casa y preguntaron la mía. Y, con tanto, se apartó el coche, y yo y los compañeros comenzamos a caminar a casa. Ellos, que me vieron largo en lo de la merienda, aficionáronse, y por obligarme me suplicaron cenase con ellos aquella noche. Híceme algo de rogar, aunque poco, y cené con ellos, haciendo bajar a buscar mis criados y jurando de echarlos de casa.

Se contentó con rogar á su maestro que no se volviese á Villabermeja, que siguiese frecuentando la casa de Doña Blanca y que tratase de desvanecer todo recelo en dicha señora, prometiéndole no hablar con Clarita de la proyectada boda ni decirle nada en contra de los deseos de su madre. El Comendador quería meditar, y meditó largamente, sobre el asunto.

Durante el paseo hemos llegado a la choza que hay en la parte alta de las viñas, donde ha muerto esta mañana el pobre viejo. «Mi esposo no me ha permitido entrar a verle y a rogar a Dios por su alma; sin duda ha querido evitar un disgusto al presenciar el doloroso espectáculo que hubiéramos visto dentro de aquella humilde vivienda.

Los perros ladraban al verle de lejos, como si se aproximase la muerte; los niños le miraban enfurruñados; los hombres se escondían para evitar penosas excusas y las mujeres salían á la puerta de la barraca con la vista en el suelo y la mentira á punto para rogar á don Salvador que tuviese paciencia, contestando con lágrimas á sus bufidos y amenazas.

Preciso es que convenga con ella lo concerniente a su partida. No puedo estarme eternamente en Quimper, y he hecho rogar a Elena que me reciba en seguida; a las cuatro. El mismo día a las siete de la tarde. Por fin la he visto de cerca. Me estaba esperando en el gran salón en que ayer reposaba su tía.

No se hacía de rogar el Pituso. Empezaba a ser descarado. Jacinta sacó un paquetito de caramelos, y él, con ese instinto de los golosos, se abalanzó a ver lo que la señora sacaba de aquellos papeles. Cuando Jacinta le puso un caramelo dentro de la boca, Juanín se reía de gusto. «¿Cómo se dicele preguntó Izquierdo.

Atención, señores. El del Barandal del cielo dijo Asunción, respirando con alegría. El de los Santos pechos dijo Presentación. Vamos, no se haga usted de rogar. Pues voy a echarles una canción que me enseñaron los franceses. No, nada de franceses. Si es muy bonita, aunque a decir verdad, yo no la entiendo.

Y, sin hacerse más de rogar, se sentó en el tronco de una desmochada encina, y, templando su rabel, de allí a poco, con muy buena gracia, comenzó a cantar, diciendo desta manera: Antonio -Yo , Olalla, que me adoras, puesto que no me lo has dicho ni aun con los ojos siquiera, mudas lenguas de amoríos.

-Muchas veces he dicho lo que vuelvo a decir ahora -respondió don Quijote-: que la mayor parte de la gente del mundo está de parecer de que no ha habido en él caballeros andantes; y, por parecerme a que si el cielo milagrosamente no les da a entender la verdad de que los hubo y de que los hay, cualquier trabajo que se tome ha de ser en vano, como muchas veces me lo ha mostrado la experiencia, no quiero detenerme agora en sacar a vuesa merced del error que con los muchos tiene; lo que pienso hacer es el rogar al cielo le saque dél, y le a entender cuán provechosos y cuán necesarios fueron al mundo los caballeros andantes en los pasados siglos, y cuán útiles fueran en el presente si se usaran; pero triunfan ahora, por pecados de las gentes, la pereza, la ociosidad, la gula y el regalo.

Palabra del Dia

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