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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Acudieron a las tiendas, hallaron las mesas puestas, ricas, abundantes y limpias; honraron a don Quijote dándole el primer lugar en ellas; mirábanle todos, y admirábanse de verle.
Si en Madrid era uno de tantos, en Vetusta no podía temer a más de cinco o seis rivales importadores de semejantes maneras. En los meses de vacaciones aprovechaba el tiempo buscando el trato de las familias ricas o nobles de Vetusta.
A veces se aparecían también, a guisa de sorprendentes cometas, las ricas cubanas de Amézaga, con sus sombreros extraordinarios, sus sombrillas monumentales y sus atavíos caprichosos, destilados siempre a la quinta esencia de la moda. Pilar las distinguía de cien leguas, por sus famosos sombreros, imposibles de confundir con otro tocado alguno.
Unas señoras ricas que iban a explicar la Doctrina a una iglesia cercana habían sentido simpatía por aquella muchacha tan guapa y apuesta, mostrando empeño en casarla católicamente. La vieja habló con ellas, alegando el obstáculo insuperable de la pobreza. Al novio le hicieron un traje completo, con capa de rico paño, y a la novia la pusieron hermosa como una Virgen.
Andrés se encargó de allanar el camino. El desinteresado servidor me propuso que volviera yo a la Capital para continuar los estudios. Sacrificaré me repitió ¡hasta el último medio! Eso no era posible. Convinimos en que hablaría con algunas personas de las más ricas de Villaverde, particularmente al señor Castro Pérez, para que me proporcionaran empleo.
Su madre, merced á cierta tendencia mórbida, que más adelante se comprenderá mejor, había comprado las telas más ricas que pudieran procurarse y daba rienda suelta á su fantasía creadora en el arreglo y adorno de los vestidos de la niña, cada vez que ésta se presentaba en público.
Conoce mucho á unas señoras, que llaman las señoras de Porreño. Son nobles y fueron muy ricas. ¿Y vienen aquí? Muy pocas veces.
Estaba hechiceramente peinada, ceñía su cabeza una corona de flores de oro esmaltadas de blanco, y de esta corona pendía un velo de gasa de plata y seda. Inútil es decir que á este bello traje, servían de complemento bellas y ricas alhajas. No podía darse nada más hermoso, más completamente hermoso. Acercáos dijo con acento dulce doña Clara.
Porque ustedes saben, tan bien como yo, que las jóvenes sólo suelen entrar en la Opera para hacer suerte y alcanzar una posición brillante; realizado esto, y cuando llegan a ser ricas, se retiran, se hacen juiciosas y casan a su hija con un agente de Bolsa. O con un notario rectificó el profesor.
Isidora sentía un regocijo febril y salvaje. Todo le llamaba la atención, todo era un motivo de grata sorpresa, de asombro y de risa. Su alma revoloteaba en el espacio libre de la alegría, cual mariposa acabada de nacer. Almorzaron en un ventorrillo. Nunca había comido Isidora cosas tan ricas. ¡Cuánto rieron viendo cómo se atracaba Mariano!
Palabra del Dia
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