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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Muerto D. Diego, los Valcárcel perdieron su único apoyo, y el movimiento de retroceso en busca de la montaña se aceleró en toda la familia. Cuando bajaban al llano venían cada vez más montaraces, más orgullosos; su odio a la cortesía, a las fórmulas complicadas de la buena sociedad de provincia, se acentuaba.
El juez, que era de los dos el que mejor jugaba las carambolas de retroceso, después de haberme obligado a confesar una porción de crímenes a cual más horroroso, hizo un gesto muy expresivo a su compañero, llevándose la mano al cuello y sacando al mismo tiempo la lengua. Yo tomé el gesto por donde más quemaba, y barrunté muy mal del asunto.
La muchedumbre se arremolinó, iniciando á continuación un movimiento de retroceso. Gillespie vió que unos grupos de jinetes repelían al gentío para que se alejase. Otros soldados acababan de descender de varias máquinas rodantes que tenían la forma de un león. Estos guerreros jóvenes eran de aire gentil y graciosamente desenvueltos.
Días de angustia y zozobra les esperaban; el viento constante parecía vedarles el retroceso; la mar cuajada de yerba extraña iba á impedirles el avance; el horizonte se presentaba cada hora ilimitado... perdieron no sin razón la confianza que les inspirara su caudillo, mas conservaron la esperanza en Dios.
Era la retirada de que hablaban las gentes en París, pero que muchos no querían creer; la retirada llegando hasta allí y continuando su retroceso indefinido, pues nadie sabía cual iba á ser su límite. El optimismo le sugirió una esperanza inverosímil. Tal vez esta retirada comprendía únicamente los hospitales, los almacenes, todo lo que se estaciona á espaldas de un ejército.
Pronto descansaremos.» Las columnas, en su retirada, cubrían centenares de kilómetros. Desnoyers sólo veía una de ellas. Otras y otras efectuaban idéntico retroceso á la misma hora, abarcando una mitad de la anchura de Francia. Todas iban hacia atrás con igual obediencia desalentada, y sus hombres repetían indudablemente lo mismo que los oficiales: «No comprendemos... No comprendemos.»
Pero el coronel no prestó atención á tales amenazas. Las tristes novedades de la guerra quitaban toda importancia á los asuntos de su vida corriente. Los alemanes seguían avanzando hacia París. El retroceso de los aliados continuaba bajo los repetidos golpes del enemigo. Las ilusiones de Toledo disminuían por momentos. Ya dudaba de todo. Los invasores eran de una superioridad numérica aplastante.
Los caseros, apoyando sus manos en las espaldas que tenían delante, se empinaban para ver mejor. De vez en cuando un empujón formidable; una avalancha que amenazaba romper la cuerda. Pero bastaba que se levantase en alto el mimbre alguacilesco ó que se movieran las boinas rojas de la pareja de migueletes guipuzcoanos, para que al momento se iniciase un retroceso, quedando inmóvil el gentío.
Ella se apelotonaba contra el débil tronco, haciéndose más pequeña, como si quisiera escapar a aquellos ojos ardientes. Su instintivo movimiento de retroceso hizo cimbrearse el flexible árbol, y una lluvia de hojas amarillas como copos de ámbar cayó en torno de ella, enredándose en su trenza, pegándose a su tez, esparciéndose sobre su traje. Pálida, con la boca apretada y los labios azulados, iba murmurando palabras que sonaban apenas como débiles suspiros. Sus ojos, agrandados y húmedos, tenían la expresión angustiosa de los humildes de espíritu que piensan muchas cosas y no encuentran el modo de decirlas. ¡
Un grato escalofrío hizo temblar su espalda: estremecimiento de frescura por el viento que levantaba el buque en su marcha y que corría sobre su piel, hinchando la tela del suelto kimono; estremecimiento de miedo al verse suspendida en el vacío y la noche, bastándole un leve movimiento de retroceso para caer en el mar. Ojeda la sostuvo, agarrando sus piernas.
Palabra del Dia
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