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La que en el anterior coloquio pronunciara frases altaneras y descorteses tenía por nombre Flora y por apodo la Burlada, cuyo origen y sentido se ignora, y era una viejecilla pequeña y vivaracha, irascible, parlanchina, que resolvía y alborotaba el miserable cotarro, indisponiendo a unos con otros, pues siempre tenía que decir algo picante y malévolo cuando los demás repartijaban, y nunca distinguía de pobres y ricos en sus críticas acerbas.

Los dos se sumergieron en el pozo negro de sus cábalas, cuya trama urdían tan diestramente: don Bernardino daba detalles y S. E. hacía comentarios, inquiría, aconsejaba, resolvía dudas, recorriendo a pasito de comadreja el despacho. Es una trampa para cazar ratones decía el señor ministro, y si no ya verá usted cuántos caen.

Por eso al hablar de política con sus amigos, resolvía todas las cuestiones citando las palabras del diario, y con el apoyo de éste, reñía con cuantos le contradijesen. En fin, que se sintió, por primera vez en su vida, hasta con deseos de ver la tierra en donde tanta maravilla se realizaba, y de contemplar de cerca á los seres que las producían.

¿Pero le querías? preguntó la de Rubín, que con la idea del querer resolvía todos los problemas. Yo... te diré... me pasaba una cosa particular. Temblaba siempre que nos encontrábamos... le tenía miedo, y... de ti para , me gustaba. Pero, lo que yo digo, ¿por qué no se casó conmigo? Claro. Yo le hubiera querido mucho, y no le habría faltado por nada de este mundo.

El ocupaba aquí una buena posición y vivía en compañía de sus hermanas, solteras también: ha legado su finca de Saint-Pierre indivisa a Alfonso y a Cecilia, su sobrina Mme. de Cessia; y sus bellas tierras de Monceau a su hermana la señorita de Lamartine, quien, a su muerte, las deja a Alfonso. Nadie resolvía nunca nada en la familia sin él o después de haber dado él su opinión.

El piano quedó cautivo en la Aduana, mientras se resolvía el enredo de ciertos escrúpulos administrativos, y los viajeros fueron a alojarse en una posada, alquilando después la finca de Son Vent, inmediata a Palma.

Artegui era elocuente, cuando a hablar se resolvía; detallaba las costumbres del país, contaba pormenores de los pueblecitos, hasta de los caseríos entrevistos al paso. A su voz, respondían unas pupilas fijas y atentas, un rostro que escuchaba todo él, mudando de expresión según el narrador quería.

Así es que la reticencia era su fuerte, y con un interrogante, unos puntos suspensivos y un gesto de «¡qué pillo soyresolvía todas las cuestiones, arrancaba á su placer las carcajadas al auditorio y enredaba á sus convecinos cada día en un berenjenal de pleitos y rencillas, extraviándoles más y más la justicia con lo vago de sus maliciosos pareceres.

Sin embargo, cuando recordaba la bondadosa y firme honestidad de Burton Blair, su sinceridad, sus elevados pensamientos y sus actos anónimos de beneficencia por puro amor a la caridad, hacía a un lado todas esas sospechas y resolvía respetar la memoria del muerto.

El lúgubre, principálmente, era un gran Ministro de Hacienda, y resolvía todos sus apuros por medio de grandes acometidas al bolsillo del joven escritor, que tenía, entre otras cualidades, la de despreciar las vanas riquezas.