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Actualizado: 1 de junio de 2025
No duró mucho el imperio de las tinieblas; el cielo, obscuro y sombrío, fue aclarándose, y la luna, amarilla, enorme, apareció por encima de un montón de nubes y comenzó a iluminar fantásticamente los acantilados negros de la costa y a brillar con reflejos y cabrilleos en las olas. Vamos a tener lluvia dijo el patrón señalando la luna, rodeada de un halo rojizo.
¡Es Rafael! exclamó admirada, Rafaelito... ¿y has venido con este tiempo? ¿Y si te ahogas? ¿qué diría tu madre?... ¡Qué locura, Señor! Pero no era locura, y si lo era resultaba muy dulce. Se lo decían a Rafael aquellos ojos claros, luminosos, con reflejos de oro, que le acariciaron con su contacto aterciopelado tantas veces como osó levantar la vista.
«Dios me lo perdone dicen en este pasaje los Apuntes , si en el supuesto me engaño, porque bien pudiera ser causa de mi juicio el recuerdo de lo pasado; de aquel desdén, que rayaba en antipatía, con que empapó mi corazón, en una edad en que arraigan las impresiones para el resto de la vida; pero yo no vi nunca en las nuevas atenciones de mi madre uno solo de esos reflejos que llegan al alma y hacen latir al unísono dos corazones.
Una fila de pucheros desportillados pintados de azul servían de macetas sobre el banco de rojos ladrillos, y por la puerta entreabierta ah, fanfarrón veíase la cantarera nueva, con sus chapas de blancos azulejos y sus cántaros verdes de charolada panza: un conjunto de reflejos insolentes que quitaban la vista al que pasaba por el inmediato camino.
Su gallardo y lindo cuerpo ha sido sólo para mí como dorada nube, donde se me aparecía, en reflejos fugitivos, el sol eterno: toda la perfección del Ser. MARINO. Nobilísima manera de amar fue la tuya... ¿Y ella, cómo te amaba? PROCLO. Me amaba también con el alma y andaba enamorada del alma mía. MARINO. ¿Y por qué te separaste de ella?
Consagrado ahora al periodismo, es redactor del diario filipino "La Vanguardia". Adora a Rubén y Villaespesa. Romántica dalaga que lloras, dolorida, con tu alma de azucena, sin luz, desfallecida, en medio de la senda de la desolación. Del astro de tu angustia suprema a los reflejos, bardo de ensoñaciones, vengo a tí, de muy lejos, con la lira enlutada y triste el corazón.
Más allá todo está negro; la corriente subterránea no se revela ya, más que á veces, por el ahogado susurro. ¿Qué sinuosidades son las del agua más adentro del punto á donde alcanzan los últimos reflejos de luz? Esas curvas del arroyo son las que yo intenté buscar con la imaginación.
El verde ondulante de los vastos plantíos de caña, claro y luminoso, contrasta con los reflejos intensos de los cafetales que crecen en la altura.
La oscuridad era grande en ambos soportales, porque los faroles del municipio despedían sus pálidos rayos a respetable distancia. Sólo servían para esclarecer en apartados parajes de la plaza un círculo bastante reducido, produciendo reflejos tristes sobre las piedras mojadas del suelo.
Unos ojos gris claro, inmensos, cándidos y dulces, con reflejos cambiantes a la espesa sombra de unas pestañas muy negras... Es encantadora, amigo mío, esta hija de Lacante. ¿Cómo diablos se las habrá compuesto para dotar al mundo de esa flor de poesía?
Palabra del Dia
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