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Actualizado: 26 de julio de 2025
895 Yo sé defender mi plata y lo hago como el primero: el que ha de jugar dinero preciso es que no se atonte; si se armaba una de monte, tomaba parte el fondero. 896 Un pastel, como un paquete, se llevarlo con limpieza; dende quc a salir empiezan no hay carta que no recuerde; sé cuál se gana o se pierde en cuanto cain en la mesa.
Preciso es que la madre haya puesto mucho de su parte, porque la verdad es que no encuentro en esta muchacha nada que le recuerde con su cabezota redonda, sus ojillos chispeantes, sus delgados labios contraídos por maliciosa sonrisa y su ancha y corta barbilla. Elena no es alta, muy menudita, con ademanes tímidos de pájaro dispuesto a volar.
Es usted valiente entre las valientes y estoy orgulloso de tener alguna parte en su amistad, que le suplico me conserve preciosamente. Si esa amistad llegase a ser un día bastante grande y la soledad pesase a usted demasiado, recuerde, señorita, que mi despacho es su vecino más próximo y que nunca hará usted a su dueño más feliz que dignándose entrar en él... y no salir más.
¡Infeliz! exclamó con ahogado sollozo . ¿Puede el dolor moral matar de esta manera? Cuando yo la recogí en la Trascava, estaba ya consumida por una fiebre espantosa. Pero eso no basta ¡ay!, no basta. Usted dice que no basta. Dios, la Naturaleza dicen que sí. Si parece que ha recibido una puñalada. Recuerde usted lo que han visto hace poco estos ojos que se van a cerrar para siempre.
La muerte pareceríame poco. ¡Ah! ¿Matarte tú? Eso es diferente. Es una bestialidad; pero yo comprendo. ¡Qué diaño matarme yo...! Matarla a ella.... ¡Dios mío, que tú eres salvaje...! No hay más, señor. O usté manda, o la mujer manda; y si se desmanda, palo. O usté pega, o ella pega. Recuerde usté lo del pobre Belarmino. ¿Qué es lo que me dices?
Se acercó un poco más a la hostelera y con su voz más afectuosa murmuró dulcemente: Vamos, Miguelina, ¿por qué no tiene usted confianza en mí?... Yo no soy ciertamente un extraño... Recuerde que en otros tiempos... Quiso tomarle amistosamente las manos y ella le rechazó con el gesto indignado de una mujer arrepentida a quien se tratase de inducir a nueva tentación.
Recuerde añadió, que Mabel lo ama apasionadamente, como muchas veces me lo ha confesado, pero por alguna razón extraordinaria, que permanece siendo un misterio, ella se esfuerza en reprimir su cariño. Teme, creo yo, que de su parte sólo haya amistad, que sea usted un soltero decidido, demasiado recalcitrante, para que pueda abrigar por ella ningún pensamiento de cariño.
Por lo tanto, es un bien para esta pobre mujer pecadora tener á su cargo un alma infantil, un sér capaz de eterna dicha ó de eterna pena, un sér que sea educado por ella en los senderos de la justicia, que á cada instante le recuerde su caída, pero que al mismo tiempo le haga tener presente, como si fuera una sagrada promesa del Creador, que si la madre educa á la niña para el cielo, la niña llevará también allí á su madre.
¿Cómo, cómo? preguntó asustado el clérigo. Pues muy sencillo; ayudando a que se eleve el precio de la mercancía. Recuerde el ejemplo de Carmen la zapatillera...
Quien recuerde otras Vírgenes y otros ángeles pintados por él, y se haya asombrado, como nosotros, al considerar hasta qué punto negó la naturaleza á tan soberano artista el don de crear tipos afables; quien se haya asustado al ver aquellas Marías tan duras, ásperas y feroces, y aquellos niños de tan salvaje y desapacible aspecto, comprenderá toda la verdad é importancia de lo que digo.
Palabra del Dia
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