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Actualizado: 26 de julio de 2025
Recuerde el lector esos viejos que conocerá, un decrépito que persigue a las bellas, y se roza entre ellas como se arrastra un caracol entre las flores, llenándolas de baba; un viejo sin orden, sin casa, sin método... el joven, al fin, tiene delante de sí tiempo para la enmienda y disculpa en la sangre ardiente que corre por sus venas; el viejo-calavera es la torre antigua y cuarteada que amenaza sepultar en su ruina la planta inocente que nace a sus pies; sin embargo, éste es el único a quien cuadraría el nombre de calavera.
María le ofreció su mano delicada y dijo dulcemente: ¿Quiere usted que le dé ahora la mano que usted me pedía antes de su viaje? Tragomer la cogió, la estrechó con efusión y llevándosela á los labios, se inclinó como delante de un ídolo y contestó: ¡Sí, para siempre! Es de usted. Pero recuerde que no se unirá á la suya sino cuando el nombre de la que se la concede esté lavado de toda mancha.
Fué preciso poner término a esos amores que no eran del agrado de mi papá; pero le confieso a usted, Rodolfo, que le quise mucho, ¡mucho!... Se parece usted mucho a él. Cualquiera que los viese juntos diría que son hermanos. Una vez, acaso no lo recuerde usted, estaba yo tocando, pasó usted y se detuvo en la ventana.
Téngase por cierto que quien recuerde estas observaciones, quien proceda con sistema, quien obre con premeditado designio, llevará siempre notable ventaja sobre los que se conduzcan de otra manera; si son sus auxiliares, naturalmente se los hallará puestos bajo sus órdenes, y se verá constituido su caudillo, sin que ellos lo piensen ni él propio lo pretenda; si son sus adversarios ó enemigos, los desbaratará, aun contando con ménos recursos.
Recuerde lo que nos costó el tallado en agujas marinas. Creo que si conjuntamente con este arte de gran lujo, establecemos una fabricación de objetos de venta más corriente, podríamos obtener grandes beneficios, que nos ayudarían prodigiosamente a ensayar otras combinaciones químicas, necesarias para las creaciones nuevas.
Recuerde, amigo Ojeda, los documentos que nos quedan del Almirante. No hay un solo escrito en italiano; ni la más insignificante palabra de su idioma natal se escapa en ellos; siempre usa el latín o el castellano, y al castellano le llama «nuestro romance».
Habría gozado viendo sus lágrimas de alegría al contemplarme con la mitra en la cabeza.... Yo os he querido siempre; sois una familia excelente, y muchas veces me matasteis el hambre. Calle, señor, calle y no recuerde esas cosas.
Perdón, señora replicó la joven con extremada cortesía ; ¿podría decir a usted antes cuatro palabras? La baronesa la vio vagamente inquieta. ¿Qué deseas? le replicó con acritud. Señora, ¿me permite usted que le recuerde la conversación que tuvimos en secreto en su habitación de usted hace quince días?
Recuerde que con su fortuna puede elegir la flor del mercado matrimonial. ¿Algún joven aristócrata empobrecido, quiere usted significar? No, gracias. He tenido oportunidad de conocer a un buen número de ellos, pero su afecto simulado ha sido siempre demasiado débil. La mayoría de ellos querían mi dinero para poder levantar los gravámenes de sus posesiones.
Recuerde que es usted el que más arriesga en este asunto, pues en él se juega el secreto que le ha sido legado ¡el secreto de los millones de Burton Blair! Y tengo la intención de recuperarlo declaré con firmeza. Yo espero que lo conseguirá, señor exclamó en una voz que me pareció llena de doble significado. Espero que lo conseguirá replicó de nuevo.
Palabra del Dia
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