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Actualizado: 26 de junio de 2025


FRAICHEROSE. ¡Picaronazo...! ¡Cómo cambias de conversación...! Esto no es obstáculo para que yo te recuerde que una hora después, en la calle de la Paz, delante de la tienda de Saste, el joyero, te señalé una sortija, diciéndote: «¡Si quieres saber por qué suspiraba, regálamela...!»

Quiero que me mire usted todavía con alguna estimación, como siempre lo ha hecho murmuró, bañada en lágrimas, porque no me gusta pensar que haya descendido en su aprecio. Recuerde que soy una mujer... y los impulsos e indiscreciones de una mujer pueden perdonarse. Usted no ha perdido absolutamente nada de mi estimación, Mabel le aseguré.

No debe permitir, ni por un momento, que ese individuo sospeche que se están haciendo averiguaciones concernientes a él, y recuerde bien que no debe saber que hay en Florencia un inglés que pregunta por él, porque si esto sucede, entonces en el acto sus sospechas se despertarán. Tenga mucho cuidado con todo lo que diga y haga, y venga esta noche a informarme. ¿A qué hora nos veremos?

El que no haya estado en Filipinas, quizás creerá exagerado esto de los brillantes en una india habitante poco menos que de la selva; el que haya estado y recuerde las procesiones y catapúsanes de los pueblos y evoque en su memoria los trajes de las dalagas, sabrá que no tiene nada de extraño el hallar en bajais de caña y cogon riquísimos brillantes y preciadas perlas de Joló.

¡Claro está!... ¡Eres tan rico!... ¡tienes gustos tan sencillos!... verdad es que, según toda probabilidad, serás mi heredero... pero me permitirás te recuerde que tendrás que esperar mucho tiempo... Mi padre murió de ochenta y cinco años, de lo que puede deducirse que yo tengo aún treinta por delante... y no te ocultaré que mi intención es ésa...

Y su acento humilde parecía excusarse de este cariño, pedir perdón á la esposa por un afecto superior á su voluntad. Se notaba en él la abdicación del marido que vuelve hacia su mujer con el peso de una falta y teme á cada momento que le recuerde su pasado. Apareció Pepita en la puerta haciendo señas misteriosas á su madre y ésta la siguió fuera del despacho.

Era una noche semejante a esta. iEs una cosa particular que me la recuerde en este momento! pero he esperimentado muchas veces que nuestros pensamientos se nos escapan y se pierden lejos de nosotros, en el momento en que quisieramos concentrarlos en una meditacion solitaria.

A menudo, cuando Marta, meditabunda, miraba fijamente frente a ella, él la observaba de reojo, meneaba la cabeza, exhalaba un suspiro, salía del cuarto cerrando la puerta con estrépito. Pero cualesquiera que fuesen los sufrimientos que padecía, su trabajo no se resentía de ello; de tan lejos como la recuerde, jamás la vi un segundo desocupada.

Si hay un hombre-globo, que salga, y le daremos las gracias; mas cuenta con engañarse en sus fuerzas: recuerde que primero hay que subir, y luego hay que dar dirección; y como dice Quevedo, «ascender a rodar es desatino; y el que desciende de la cumbre, ataja», observe que puede sucederle lo que a los demás, que conforme se vaya elevando se vaya viendo más pequeño.

Señor duque, está usted equivocado dijo Fayolle poniéndose serio . Recuerde usted que habíamos quedado en las cuatro mil. Recuerdo perfectamente. Al mismo tiempo, aprovechando el momento en que Fayolle miraba al empleado, le hizo un guiño expresivo. El cochero respondió por boca del dependiente que el caballo se había ajustado en tres mil quinientas pesetas. Entonces el comerciante se irritó.

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