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Actualizado: 9 de julio de 2025
Y como tenían bastante mala idea de la moralidad de la misma corporacion y se recordaban mezquinas venganzas, la conjetura se creyó la más probable y justificada. ¡Qué bien hice en echarla de mi casa! decía hermana Penchang; no quiero tener disgustos con los frailes, así que la apuré á que buscase dinero.
Recordaban los rigodones en el pabellón de la Agricultura y los alegres valses en el del Comercio; pensaban en los trajes que les había traído la modista francesa, y que guardaban intactos para dar golpe en la Alameda en la primera noche de feria, y hasta sentían su poquito de maligna alegría considerando el efecto que su elegancia causaría en las amigas.
¿Y lo de mi hermano? proseguía Valls . ¿Y lo de mi santo hermano Benito, que reza a voces y parece que se vaya a comer las imágenes?... Todos recordaban el caso de don Benito Valls, y reían francamente, ya que el hermano era el primero en burlarse del suceso. El rico chueta se había visto dueño, al cobrar unos créditos, de una casa y valiosas tierras en un pueblo del interior de la isla.
Establecido en él el tribunal odioso, fué teatro de las más espantosas escenas, y hasta poco antes de su derribo, existían en los muros tres lápidas con inscripciones latinas, las cuales recordaban los horrores del tribunal.
En fin, Araceli, ¿en qué viene a parar toda esa música? dijo con tono y modales que me recordaban el día de la borrachera en casa de Poenco. Esto viene a parar repuse con vehemencia en que usted se me ha hecho profundamente aborrecible, en que me mortifica verle a usted delante de mí, en que le odio a usted, lord Gray, y no necesito decir más. Yo sentía inusitado fuego circulando por mis venas.
Al verse dueño de aquellas dos piezas, Salvador no pudo tener la risa; pero, pues no había otras mejores, forzoso era tomarlas, y dispuso que antes de emprender la primera jornada se les diera una copiosa ración de cebada, a ver si de este modo recordaban su mocedad.
Los mineros ¡puño! se las habían de pagar ó dejaría de ser Bartolo el hijo de la tía Jeroma de Entralgo. ¡Á la romería! ¡á la romería! se gritó. El numeroso cortejo se puso en marcha. Á su frente el impetuoso Celso dando fuego á los cohetes. Era su especialidad. Amaba los cohetes porque su olor y su estampido le recordaban la vida militar, hacia la cual profesaría hasta la muerte amor entrañable.
Un martilleo estridente, un incesante trac-trac del latón aporreado salía de cada una de las covachuelas, cuyas entradas lóbregas, empavesadas con candiles y farolillos, alcuzas y coberteras, todo nuevo, limpio y brillante, recordaban las lorigas de aceradas escamas de los legionarios romanos.
Los compañeros de armas de don Fernando recordaban el período heroico de su vida, las partidas en la Sierra, dando cada uno gran abultamiento a sus hazañas y penalidades, con el espejismo del tiempo y de la imaginación meridional, mientras el antiguo jefe sonreía como si escuchase el relato de juegos infantiles.
Los ojos eran lo único inquietante en aquella cara bondadosa de sacristán de aldea: unos ojos pequeños y triangulares sumidos entre bullones de grasa; unos ojillos estirados, que recordaban los de los cerdos, con una pupila maligna de azul sombrío. Al aparecer Gallardo en la puerta del cortijo lo reconoció inmediatamente y levantó su sombrero sobre la redonda cabeza.
Palabra del Dia
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