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Actualizado: 6 de mayo de 2025


El otro día reconoció usted sus faltas, confesó que no había correspondido al afecto que le profesaba la Condesa. Si ya no la amaba usted ¿por qué no la dejó que siguiera su destino? Ella quería que yo siguiera siendo suyo. ¿Aun a sabiendas de que su persona era ya para usted indiferente? Creía haberse unido a para siempre.

Argensola reconoció al fin con cierto desencanto que no había nada misterioso en la vida de este hombre. Lo que escribía junto á la ventana eran traducciones: unas hechas de encargo, otras voluntariamente para los periódicos socialistas. Lo único asombroso en él era la cantidad de idiomas que conocía.

Y respecto a la elección de padrino, dijo en tono autoritario: Quisiera saber quién tiene más derechos que yo. Un grave silencio siguió a estas palabras, pero sea dicho en honor de todos los bromistas, el primer hombre que reconoció la justicia fue el organizador del espectáculo, privándose así del legítimo disfrute de su trabajo.

Inútil fué la resistencia que en Maturin pudieron oponer á Morales los que escaparon con vida de la última refriega. El nuevo general del ejército español, por tal le reconoció su oficialidad, llevándolo todo á sangre y fuego, degolló sin piedad y sin distincion de edad ni de sexo á los leales maturinenses.

Era un acto cobarde denigrar á este hombre que había marchado á cumplir su deber. Reconoció su vileza, pero un instinto maligno é irresistible le hizo insistir en sus burlas, para rebajarlo ante Margarita. ¡Laurier militar!... Debía ofrecer un aspecto ridículo vestido de uniforme. ¡Laurier guerrero! continuó con una voz sarcástica que le extrañaba, como si procediese de otro . ¡Pobre hombre!...

Fué un beso de ventosa, largo, dominador, doloroso. Ulises reconoció que nunca había sido besado así. El agua de aquella boca, remontándose al filo de los dientes, se desbordó en la suya como dulce veneno. Un estremecimiento desconocido hasta entonces corrió á lo largo de su espalda, haciéndole cerrar los ojos.

Dunstan, que se preocupaba siempre más de las contrariedades del momento presente que de sus consecuencias lejanas, no bien se vio de pie y reconoció que Relámpago estaba perdido, sintió cierto placer al pensar que no había sido visto en una situación que ninguna fanfarronada hubiera podido hacer envidiable.

Reconoció el enemigo su venida y como entre infantes y caballos no llegaban á tres mil los nuestros, juzgaron que venia á rendir las armas, y entregarse á la clemencia de Miguel; y esto lo tuvieron por tan cierto que ni querian tomar las armas ni salir de sus cuarteles.

Reconoció Amparo a Baltasar y echó tras él como el lebrel tras la res que persigue. ¿Oyó Baltasar las pisadas de la Tribuna y pudo reconocerlas? ¿O era solamente que iba deprisa? Lo cierto es que se perdió de vista al revolver de la esquina, y que, por muy diligentes que anduvieron las que lo seguían, no lograron darle alcance. Voy a llamarle a la puerta exclamó Amparo.

Al cruzar el puente de San Martín, una tapada se le interpuso en el camino y con gracioso ademán abrió y cerró súbitamente su velo, enseñándole el rostro. Fue como un relámpago. Sin embargo, Ramiro reconoció al instante los ojos de Casilda, y en vez de detenerse, terciose la capa y enderezó a toda prisa hacia la otra ribera.

Palabra del Dia

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