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Actualizado: 11 de junio de 2025
Porque qualquiera que quišiere šalvar šu vida, la perderá: y qualquiera que perdiere šu vida por cauša de mi, la hallará. Porque de que aprovecha al hombre, ši grãgeáre todo el mundo, y perdiere šu alma? O, que recompenša dará el hombre por šu alma? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de šu Padre con šus Angeles: y entonces pagará
El servicio que vuesa merced ha prestado a la Iglesia y al Rey díjole a Ramiro, antes de despedirse, dejando a una parte el largo padecer, que eso no se mira en hombres de vuestra sangre, no puede quedar sin recompensa. Mañana debo partir para la Corte. Yo he de pretender para vuesa merced el hábito de Alcántara; no faltará quien desee complacerme.
Hagamos todo lo que hacerse quepa para serlo en el futuro; y si llegamos a perder la esperanza de serlo nosotros mismos, hagamos todo lo posible porque lo sean nuestros hijos. ¿Qué mejor recompensa para el esfuerzo de nuestros mayores, para el esfuerzo definitivo que nosotros hicimos?
No hay otro remedio que tragarlo, tío Tremontorio le decían otros pescadores un tanto desengañados; pues cuando pidieron, por extrañas sugestiones, la abolición de las matrículas con el fin de verse libres de las levas, nadie les dijo, ni ellos lo cavilaron, que al desprenderse de una carga tan pesada, perdían, en consecuencia, el monopolio del mar y del puerto, que era la recompensa de ella.
Yo no sabía qué hacer y me encontraba en una gran dificultad, porque temía que la pequeña Elena muriera en mis brazos por falta de próximos auxilios. Merced a la promesa de una generosa recompensa, hice consentir a la campesina en que cuidara y amamantara a la niña durante algunos días, hasta que encontrara otra nodriza.
Los toreros le hablaban como a un padre; él los tuteaba a todos, y bastaba un telegrama llegado de cualquier punto extremo de la Península, para que al momento el buen doctor tomase el tren y fuese a curar la cornada recibida por uno de sus «chicos», sin más esperanza de recompensa que lo que buenamente quisieran darle.
Mas si, por acaso, mi querida amiga, segura de mi renuncia, la toda recompensa terrestre, me permitiese desarrollar junto a usted, en un día de soledad, las agitadas confidencias de mi pecho, seguramente que realizaría un acto de inefable misericordia, como en otro tiempo la Virgen María, cuando animaba a sus adoradores, eremitas y santos, descendiendo en una nube y otorgándoles una sonrisa fugitiva, o dejando caer entre sus manos levantadas una rosa del Paraíso.
¡Héctor! ¡Era mi padre! exclamó la joven arrojándose a sus rodillas . Ahora comprendo los secretos que me rodeaban. ¡Oh, que Dios sea bendecido! ¡He sufrido, he sufrido mucho; pero la recompensa es más grande que los dolores soportados! Federico seguía junto a la joven, con la sonrisa de felicidad y la admiración en el rostro.
Todo hombre tiene un destino que cumplir sobre la tierra. Conozco perfectamente ese destino. Padecer los innumerables dolores que la naturaleza y nuestros semejantes nos proporcionan. Y si los padecemos con paciencia y los encomendamos a Dios, lograr la recompensa reservada a los buenos.
Me llaman la tumba de los secretos pensaba, adivinando todas las maldiciones que sobre él caerían , pero la justicia tiene derecho a abrir las tumbas. Don Diego dudaba aún; le hizo leer la última carta que había recibido de la señora Chermidy. El conde se estremeció de horror viendo allí una provocación al asesinato con una recompensa de quinientos mil francos.
Palabra del Dia
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