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Debilitada ó profundamente alterada la vida por la enfermedad, reclama otra cosa que un simple antiflogístico como el acónito; porque si la irritacion sanguínea que subsista puede reclamarle, la indicacion vital que resulta del estado general, debe llamar la principal atencion del práctico.

Y tu tía, ¿qué dice? Mi tía... tiene paciencia... pero a ti te reclama a voz en grito, y para anticiparse a cualquier objeción te ruega que vayas con Marcelita, que hará allí buena provisión de salud corriendo en los bosques. Aunque demostrando su agradecimiento, manifestó Fabrice dudas y empacho en admitir las ofertas de la baronesa.

Las palabras y los deseos de Vuecencia dijo aquí el aludido, plegándose casi en dos mitades iguales son órdenes y enseñanzas para este su humilde servidor; pero como, por lo mismo, le debo toda la verdad de lo poco que se me alcanza, quisiera advertir a Vuecencia, con el debido respeto, que no me refería tanto a lo que pudiera llamarse gastos de representación de esta ilustre familia, cuyo necesario esplendor eso y mucho más reclama, cuanto a otros independientes de ellos, y que no son los que menos agujeros han abierto en la criba a que tuve el honor de referirme antes.

Tragomer es todavía más fastidioso que . ¡Como! ¿No dejáis quedarse ni á Chambol, el indispensable Chambol? Son las once, dijo Tragomer, y la ópera reclama á Chambol: hoy hacen Coppelia. Si no va por allí, ¿qué dirán las bailarinas? ¿Veis, amigos? Nos esforzamos por ser buenos y no se nos hace quedar... ¡No! Marenval; excusas insistir para que nos quedemos...

Ya lo está usted mirando; porque en memoria del milagroso socorro, lo ataron con esas cuerdas y lo depositaron aquí, y al Señor se le quedó la advocación del Socorro . ¿Conque no lo sabía usted, don Federico? El señor vicario de dicho punto, según tenemos entendido, reclama el cuadro para que se le culto en la iglesia mayor.

¡Ya lo creo! pero así como nuestra economía animal nos exige alimentos que se llaman pucheros, bifes, carbonada, locro ¿te gusta el locro? ¿qué rico es con pedacitos de cordero, eh? bueno, pues lo mismo nuestro ser moral reclama sus alimentos espirituales, que se llaman: resignación, esperanza, jovialidad, ¡risa, ché! ¡risa!... ¡mucha risa! Es muy fácil decirlo. ¡Y hacerlo!

Es imposible se oía decir en un lado. No hay plaza vacante. Pues créela usted. No lo consiente el presupuesto. Haga usted un cesante en tal parte. Es un empleado antiquísimo e inteligente. Mi recomendado es un consecuente liberal. Tiene siete hijos. Que los mande a una casa de Caridad. En fin, le complaceremos a usted. ¿Y de que procede esa cantidad que se reclama?

Me asombro de mi necedad. ¡Oh! Mi hijo no puede casarse con tal chiquilla... La condesa la reclama, la llama su hija, desbarata la admirable trama de la familia para asegurar el porvenir de la hija y poner un velo al deshonor de la madre. La condesa la reclama... ¿Qué nombre llevará?

Una idea fija que lo domina desde mucho antes de ejercer el Gobierno supremo de la República, a saber: la reconstrucción del antiguo virreinato de Buenos Aires. No es que por entonces conciba apoderarse de Bolivia, sino que, habiendo cuestiones pendientes sobre límites, reclama la provincia de Tarija; lo demás lo darán el tiempo y las circunstancias.