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Actualizado: 14 de junio de 2025


Déjame hablar, hija mía dijo el señor de Avrigny. Digo que aquí está la vida representada por Amaury y por ti, y a me reclama la muerte. Los dos amores que me quedan en este mundo no pueden compensar el que tengo allá, en el otro.

Aquí son los padres muertos que dejan una familia que criar; allí unos padres pobres o enfermos a quienes hay que atender o cuidar... Se puede una quedar al lado de un hermano soltero para cuidarle la casa... Un hermano que se queda viudo necesita a su hermana para vigilar a los pequeños, dirigir a los mayores y ser una madre para todos... Un hermano sacerdote nos reclama... Una hermana enferma nos absorbe... Y luego, fuera de la familia, se encuentran nobles causas de abnegación...

Esta vigilancia continua que ciertamente molesta, en especial á los caractéres independientes, produce muy mal efecto. Mucho aplaudiria yo á los gobiernos que despues de adoptar las medidas necesarias que la tranquilidad de cada pueblo reclama, recibieran á los extranjeros con ménos lujo de accion gubernamental, con ménos formalidades.

En otra obra, que tal vez no tarde en dar á luz, me propongo examinar estas cuestiones con la extension que su importancia reclama. Pág. 47. Lo que he dicho sobre las consecuencias que instintivamente sacamos de la coexistencia ó sucesion de los fenómenos, está íntimamente enlazado con lo explicado en la Nota 4, sobre la imposibilidad de sentido comun.

Las impresiones morales violentas en fin, como la cólera y el espanto, entran en su esfera de accion, porque siendo su efecto el de operar una concentracion sobre el cerebro ó el corazón, el alma se reacciona por un movimiento de indignacion, de venganza ó de valerosa resistencia. A falta de esta resistencia, el opio reclama la curacion.

Tampoco sin reclamaciones hubiera habido guerra del Pacifico, ni bombardeo de Valparaíso y del Callao. Cuando la nación de quien se reclama es débil, sin duda que no hay guerra, pero suele haber violencia y atropello.

Los desdichados, en sus rebeliones, no se equivocaban al odiar una religión que exige al miserable que se resigne con su suerte y no reclama de los ricos más que una caridad de la que ellos son los únicos jueces, pudiendo graduarla conforme á su egoísmo.

Cuando volvió a su casa, llamó a su mujer y le dijo solemnemente: Juana: la patria reclama mi cooperación, y necesito hacer por ella el sacrificio de prestársela. ¿Que la patria te reclama..., qué?... preguntó la oronda señora, dudando si la palabrilla se comía o se sembraba. Que el país desea que yo le represente en las Cortes añadió don Simón con parsimonia. ¿Y qué es eso?

Esto es aplicable igualmente á las afecciones reumáticas, pues el antimonio reclama muchas de las que se han creido propias de la dulcamara, especialmente si se trata de dolores reumáticos repercutidos al interior y de las diarreas que les reemplazan. La fiebre propia de antimonio es remitente y terciana ó cotidiana.

Esta explicacion, tan sencilla como fundada, señala cumplidamente la razon de la dificultad que encontramos en despojarnos de nuestras ideas y sentimientos, cuando así lo reclama el acierto en los juicios que formamos sobre la conducta de los demas.

Palabra del Dia

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