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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Deste lugar, a 16 de agosto, a las cuatro de la mañana. Vuestro amigo, El Duque. Quedó atónito Sancho, y mostraron quedarlo asimismo los circunstantes; y, volviéndose al mayordomo, le dijo: -Lo que agora se ha de hacer, y ha de ser luego, es meter en un calabozo al doctor Recio; porque si alguno me ha de matar, ha de ser él, y de muerte adminícula y pésima, como es la de la hambre.
Vuélvese á la playa anegado en su dolor, y habiendo perdido lo que bastaba para hacer ricos á veinte monarcas. Fuera de sí, se va á dar parte al juez holandés, y en el arrebato de su turbacion llama muy recio á la puerta, entra, cuenta su cuita, y alza la voz algo mas de lo que era regular.
A las diez de la noche eran, en toda ocasión, contadísimas las personas que transitaban por las calles de la noble ciudad de Lancia. En las entrañas mismas del invierno, como ahora, y soplando un viento del noroeste recio y empapado de lluvia, con dificultad se tropezaba alma viviente. No quiere esto decir que todos se hubiesen entregado al sueño.
A lo que él respondió: -Yo, señor gobernador, me llamo el doctor Pedro Recio de Agüero, y soy natural de un lugar llamado Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a la mano derecha, y tengo el grado de doctor por la universidad de Osuna.
Vive Dios, que se le olvidan Más de doce mil que fueron A Granada, y á otras partes; Y aun era tan recio el tiempo, Que se morían más postas Que tienen las cuentas ceros. Más: de dar á sacristanes, Que las campanas tañeron Por las victorias, que Dios Fué servido concedernos, Seis mil ducados, y treinta Y seis reales. Sí; que fueron Infinitas las victorias, Y andaban siempre tañendo.
No hay para qué advertir que este detalle sonó en la colonia elegante y desocupada mucho más recio que la estocada y los motivos de ella.
Parecía ella nacida para andar, con su pasito sosegado y firme, por aquellos vastos salones, para jugar apaciblemente detrás del recio balconaje apoyado en el escudo y para abismarse en el jardín penumbroso, entre arbustos centenarios y divinas flores pálidas de sombra.
Cuando aquel párrafo se publicara, su nombre comenzaría a sonar tan recio como él deseaba; pero, una vez publicado, adquiría el compromiso de hablar, de hablar mucho, y de no hablar mal del todo. Así es que no pudo menos de decir al periodista: ¡Canario, canario!... Usted me favorece mucho; pero...
Andrés, no muy libre de los vapores del vino, cansado y temblequeante, rodó por el suelo, levantando sobre el tillado trépido una nube de polvo. El golpe recio de la caída retumbó por la casa abajo como el eco sordo de un trueno. El hombrón, pataleando, con la boca llena de blasfemias y los puños crispados, trataba de levantarse, y Carmen medía, con mirada de loca, la altura de la ventana.
Las velas consistían en nervios de hojas entretejidas con filamentos del árbol del sagú y eran cuadrilongas, de veinte pies de largo por siete de ancho, aunque también suele haberlas triangulares. Cuando no hay viento van arrolladas al pie de los palos; cuando lo hay, las izan hasta la mitad, o hasta lo alto, según sea más o menos recio.
Palabra del Dia
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