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Actualizado: 26 de mayo de 2025


María Teresa no acertaba a juzgar la conducta de su novio, y no se resolvía por lo tanto a romper con él, cuando una conversación la iluminó y le suministró la solución que buscaba. Desde que su querido enfermo estaba fuera de peligro, ella y su madre recibían a las personas que iban a informarse de la salud del convaleciente. Entre las más asiduas se contaban a la señora Gardanne y su hija.

¿Pues quién ha de ser, niña? contestó Rafaela al ver o al imaginar que se recibían sin enojo sus insinuaciones , ¿Quién ha de ser sino el propio excelentísimo señor don Andrés Rubio? ¿Y por dónde lo sabes ? ¿Quién te encomendó que me vinieses con ese recado? Me lo encomendó..., nada más natural..., el confidente de don Andrés. Me lo encomendó Longino.

Las ruedas y ejes de los millares de vagonetes, las piezas estropeadas del aparato de lavado, recibían allí compostura y eran construidos los picos, azadas y carretillas. En el fondo del taller las sierras hacían chillar la madera, y aquel mismo hierro, educado en el trabajo por el fuego, destrozaba las generosas fibras del árbol arrancado a la tierra.

«¿Sabe usted, Estupiñá, lo que dicen ahora? Pues dicen que los ingleses proyectan construir barcos de fierro». El llamado Estupiñá debía de ser indispensable en todas las tertulias de tiendas, porque cuando no iba a la de Arnaiz, todo se volvía preguntar: «Y Plácido, ¿qué es de él?». Cuando entraba le recibían con exclamaciones de alegría, pues con su sola presencia animaba la conversación.

Todos iban en pie contemplando con satisfacción orgullosa los prados y los árboles, los campesinos y los ganados que dejaban tras . Mas los prados, los árboles y los seres vivientes que se agitaban en aquel delicioso paisaje no recibían con igual satisfacción la visita del huésped. Sus penetrantes silbos estremecían la campiña.

Las galerías altas, generalmente, estaban formadas por pilares de madera con grandes zapatas que recibían el tejado de gran vuelo, y con barandas ó antepechos también de madera, de mármol ó de ladrillo, siendo muy análoga la decoración de las salas altas con las de la planta baja. Como ejemplos de los últimos podrían citarse los patios de Sta. María de la Rábida y de San Isidoro del Campo.

Aquel mismo dia vió que la opulencia de estos, que tanto le habia repugnado, producia á veces mucho fruto, porque habiendo necesitado dinero el soberano, halló en una hora por su medio lo que por las vias ordinarias no hubiera en seis meses encontrado; y se convenció de que estas pardas nubes, alimentadas con el rocío de la tierra, le restituían en lluvias lo que de ellas recibian: aparte de que los hijos de estos hombres nuevos, por lo comun mas bien educados que los de las mas antiguas familias, valian mucho mas que estos; porque tener por padre un buen calculador no quita que sea uno juez recto, valiente soldado, ó hábil estadista.

Allí se recibían casi todos, además de alguna publicación exclusivamente literaria que Gabriela coleccionaba con el mayor cuidado.

En las reuniones de segundo orden, que abundaban en Vetusta, la humedad excitaba la alegría; cada cual se iba al agujero de costumbre y era de oír, por ejemplo, la algazara con que entraban en el portal de la casa de Visita «los que la favorecían una vez por semana honrando sus salones», que eran sala y gabinete; eran de oír las carcajadas, las bromas de los tertulios guarecidos bajo los paraguas que recibían con estrépito las duchas de los tremendos serpentones de hojalata.... Todos despreciaban el agua, pensando en los placeres esotéricos de la lotería y de las charadas representadas.

Se hallaba en lo más alto de una cuesta, y a cien metros de distancia, en el fondo de un valle, se veía un pueblo. Por fin se resolvió a continuar su camino porque la sed le devoraba, y en aquel pueblo debía haber agua. Llegó al pueblo cuyas desiertas calles recibían de plano ese sol abrasador de un día del mes de julio.

Palabra del Dia

hociquea

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