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Actualizado: 15 de julio de 2025
Y en lo que dices que aquellos que allí van y vienen con nosotros son el cura y el barbero, nuestros compatriotos y conocidos, bien podrá ser que parezca que son ellos mesmos; pero que lo sean realmente y en efeto, eso no lo creas en ninguna manera.
Y desde entonces, no sólo los sufría con resignación, pero aun llegó a provocarlos con astucia, contrariando a su terrible dueño hasta verlo fuera de sí. ¡Oh, cuando se irritaba, era Petra una mujer realmente hermosa!
Pero regocíjense el cielo y los hombres, pues venció el espíritu de luz. ¿Fue el primer despertar de ese sentimiento de honor que dicta al hombre heroicos sacrificios? ¿Fue una gota de la sangre de Moscoso, que realmente corría por sus venas y que, con la misteriosa energía de la transmisión hereditaria, le guió la voluntad como por medio de una rienda? ¿Fue temprano fruto de las lecciones de Julián y Nucha?
¡Es una vergüenza, una abominable vergüenza! grité encolerizado. Sabemos que este hombre es un aventurero, y, sin embargo, somos completamente impotentes para poder proceder añadí con amargura. ¡Pobre Mabel! suspiró la viuda, que realmente era muy apegada a ella.
Hace usted mal en no tener confianza en mí. Mire, su padre está tranquilo; se despierta de tiempo en tiempo, me llama, y después vuelve a dormirse, satisfecho de verme trabajar a su lado. ¡Ah, qué bueno es usted de velarlo así! Juan, contemplando siempre a la joven, respondió sonriendo: Entonces ¿usted cree realmente que yo hago algo meritorio?
Cayó pesadamente al suelo sin decir ¡ay! Los demás huyeron. Nada; ni un gemido, ni el más leve movimiento. El bastón era realmente pesado, y yo he tenido toda la vida la manía de la gimnasia. Me apresuré, con mano temblorosa, á sacar la caja de cerillas y encendí un fósforo... No puedo describirle lo que en aquel instante pasó por mí.
El hombre prudente debe ir haciendo una serie de sabias adulaciones desde la Universidad hasta el paraíso. Con un compadre en el barrio, y una comadre mística en las alturas, el porvenir del licenciado está seguro. Por eso, libre de torpes supersticiones, dije familiarmente al individuo vestido de negro: ¿Realmente me aconsejas que toque la campanilla?
Sin creer que este tuviera la importancia que realmente tenía, pensó que la Casa y sus pacíficos habitantes corrían peligro. Saliendo a la galería miró al patio, y lo primero que vieron sus ojos aterrados fue el cadáver del Hermano Artigas, bárbaramente acribillado.
¿Acaso no está ya definitivamente perdida para mí? replicó él, con la mirada fija hacia adelante. ¿Qué te dijo hoy? ¿Para qué repetirlo? Sus palabras eran sabias, sensatas; tan sabias, tan sensatas, que no podía ser sino el lenguaje de una persona que ya no ama. ¿Y lo crees realmente? pregunté. ¿No estoy obligado a creerlo? Y luego, en fin, ¡qué importa!
¿Qué escrito? murmuró inquieta la condesa . ¿Un escrito de mi mano? Es fácil de comprender, señora; un vale por una suma de dinero bastante considerable para compensar el valor del molino de agua y de la granja. Sólo entonces le daré realmente las gracias.
Palabra del Dia
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