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Actualizado: 15 de mayo de 2025
¿Qué pide? preguntó. ¿Qué ha de pedir? respondió el marqués festivamente . ¡El vino, hombre! ¡El vaso de tostado! ¡Mama! exclamó el abad. Antes de que Julián se resolviese a dar al niño su vaso casi lleno, el marqués había aupado al mocoso, que sería realmente una preciosidad a no estar tan sucio.
Creo que hasta ahora no se ha mencionado la circunstancia de que cuando tenía Hawthorne casi concluída la novela, leyó lo escrito á su esposa, y preguntándole ésta cuál sería el desenlace, obtuvo por toda respuesta: "Realmente no sé." Á su cuñada, la Srta.
Y deslumbrantes de verdad eran sus palabras: «La verdad es como la luz, no se esconde. El recuerdo de usted me ha acompañado por todas partes; la esperanza de volverle a ver me sonreía. Yo sabía que esta hora llegaría. Pero hay otras verdades en la vida. Y así como lo que le he dicho es realmente cierto, también lo es, y con verdad moral, que el amor de usted y el mío no son durables.
Enlutábanse con cortinados negros la sala y cuadra, alumbrándolas con un fanal o guardabrisa cubierta por un tul que escasamente dejaba adivinar la luz, o bien encendían una palomilla de aceite que despedía algo como amago de claridad, pero que realmente no servía sino para hacer más terrorífica la lobreguez.
Pero vamos a ver, señor Núñez, ¿piensa usted que haya infierno? Realmente no he podido hasta ahora formar clara idea de él, porque si los condenados cuecen allí a fuego lento, como aseguran, no comprendo cómo al poco tiempo no se convierten en papilla y si se asan no se transforman en carbón... Pero, en cuanto al cielo, lo concibo admirablemente.
En la Coronación de la Virgen, que hizo para el oratorio de la segunda mujer de Felipe IV, exceptuadas las cabezas de Cristo y del Padre Eterno, que realmente son vulgares y carecen de majestad, todo lo demás es propio de un fervoroso creyente.
D. Cristóbal Mateo, a quien apodaban de este modo en el pueblo, era un antiguo empleado que había servido muchos años en Filipinas, y que estaba jubilado hacía ya algunos, con treinta mil reales. Tenía porte militar, una figura realmente marcial con sus bigotazos blancos, ojos saltones, cejas espesas y velludas manos. Sin embargo, en todos los dominios españoles no existía hombre más civil.
»Si vuestra hija Marta ama realmente a mi hijo, no le será difícil, en el interés mismo de la felicidad de su primo, renunciar a él, esto en el caso de que Roberto tuviera el valor de pedir su mano, no obstante la prohibición de sus padres; pero no preveo, ni siquiera puedo concebir, en un hijo, semejante desobediencia a la voluntad paternal.
Este deseo es consecuencia de mi fondo de epicurismo y de la decantada indolencia que tanto me han reprochado, y que, sin duda, desarrolla y exagera la vida del marino. Realmente, el mar nos aniquila y nos consume, agota nuestra fantasía y nuestra voluntad. Su infinita monotonía, sus infinitos cambios, su soledad inmensa nos arrastran a la contemplación.
Dicho esto, la abuela me dio un beso y me dejó muy pensativa. ¿Ha podido realmente la abuela conocer el amor?... Me parece tan extraordinario... Es verdad que cuando habla del abuelo su voz toma una inflección tan profunda que se ve que hay en ella un mundo de recuerdos dichosos e íntimos ocultos en la menor palabra... ¡Querida abuela!
Palabra del Dia
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